Cuando en una tarde del lejanísimo año de 1955, a mis veintiuno, visité una pequeña galería a un costado del hoy desaparecido cine Chapultepec, situado en el tramo de Paseo de la Reforma que concluye ante el entonces magnífico bosque, descubrí la obra pictórica de Remedios Varo, de quien era quizá la primera exposición en México. Había allí un gran cuadro al óleo sobre masonite que la pintora española y surrealista tituló sencillamente Flautista y que en una carta al hermano describió así:
"El flautista construye una torre octogonal levantando las piedras con el poder e impulso del sonido de la flauta. La torre es octogonal para simbolizar, algo vagamente, la teoría de las octavas; teoría muy importante en ciertas enseñanzas esotéricas. La mitad de la torre es como transparente y solo dibujada porque es imaginada por el que la va construyendo".
Un poco después de mi paseo por la exposición de Varo me enteré de que otro visitante, el poeta Pedro Garfias, había exclamado al ver el mismo cuadro:
"¡Esto yo lo titularía La Música!".
Y desde entonces para mí ése es el título indudable de una imagen sobre el poder de la música, y justifica admirablemente la anotación de Walter Pater:
"La música es el arte a cuya condición aspiran todas las otras artes".
Motivado por esa frase, y por un párrafo de Platón según el cual "la música da alma al universo, vuelo a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todos los hombres", me permito recoger aquí algunas ideas, anécdotas, microcuentos y greguerías que a lo largo de años me ha motivado el arte supremo. Y van en acaso divertidor desorden:
*El violinista pega mejilla y oreja al violín como si le auscultara el corazoncito.
*Viola da Gamba: ¿instrumento musical o diva del cine mudo italiano?
*El clavecín es instrumento enervante: cuando no suena histérico, suena a esqueleto que poco a poco va derrumbándose.
*Acordeón: instrumento de música para poner soundtrack a los sótanos sentimentales.
*Si Bach es música de templo, Offenbach es música de templete.
*Hay conciertos para piano y orquesta en que, como a veces en los toros, el piano, más que en una apasionada entrega, corre en una graciosa huida.
*Logró revivir la canción de protesta: cuando él canta, el público protesta.
*En la campanilla del final de línea era donde la máquina de escribir (pobrecita, ¿la recuerdan?) pretendía ser instrumento musical.
*El violoncello es para mí, quizá para todos los melomános, el instrumento de cuerdas más seductor, pero no le tengo tanta confianza como para llamarlo Chelo, como si fuese cualquier bonita chamaca del vecindario por la cual uno suspira sin atreverse a hablarle.
*Un cuarto de hora de acordeón solo, o de armónica sola, o de órgano solo, o de clavecín solo, pueden conducir al suicidio al melómano más tolerante (que creo ser yo).
*Mi ópera italiana ideal estaría cantada sotto voce.
*Erick Satie, greguerista musical.
*Quizá el instrumento autobiográfico de Mozart, aquel con que juega a hablarnos de su alma, sea el clarinete.
*Entre las serenatas de viento de Mozart, la Gran Partita es como un feliz día de campo en el Más Allá.
*En el dúo de anagnórisis de Papageno y Papagena (de La flauta mágica) Mozart tradujo a música el tartamudeo... o quizá el jadeo de la cópula.
*Poética obscenidad de la violonchelista pasando el arco por las cuerdas del violonchelo colocado entre los muslos.
*El guitarrista desprevenido, mientras en las cuerdas sus dedos ejercían un bello dedear que lo tenía embelesado, se inclinó tanto hacia el oscuro agujero umbilical del instrumento que perdió el equilibrio y cayó allí como en un pozo, y si al principio se asustó, luego se halló a gusto, deleitándose con la melodía que otro, ¿quién?, continuaba dedeando allá arriba.
*Sueño consolador: a un guitarrista de rock duro se le enreda un largo cabello en la guitarra electrónica y se desploma electrocutado.
*Mariachis: charros que ponen soundtrack a las borracheras.
*Oír música es el único o quizá el mejor modo que poseemos para gozar de la feliz ilusión de liberarnos de la tiranía del tiempo.