Cultura

Cuando el poeta se escribía con el bufón

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  • José de la Colina

Groucho Marx (1890-1977) recibió en 1961, desde Londres, una carta de uno de los mayores poetas del siglo y alrededores, Thomas Stearns Eliot (1888-1965), británico de origen estadunidense, que le enviaba su retrato y pedía en retribución una foto de su pin-up old boy más admirado para que “en mi pared, lujosamente figure enmarcada y junto a las de otros amigos célebres como W. B. Yeats y Paul Valéry”.

Nada intimidado ante tales resplandores, Groucho respondió agradeciendo la foto de Eliot (de quien no se imaginaba, decía, que fuese tan guapo como para que le ofrecieran el papel principal en alguna película sexy) y envió a su vez una foto en que se le ve en compañía de
una niña de seis años sentada junto a él. Al reverso de la foto había, para que nadie se confundiera, una aclaración de mano y letra marxistas: “Groucho y su nieta. Groucho es el de la izquierda, reconocible por su bigote y su satisfactorio puro de seis dólares”.

Así, el bufo y el poeta se correspondieron por correo. Y el poeta escribía, ya en 1963: “Venga usted con su esposa a Londres y a nuestra casa, pero le advierto que deberá traer una secretaria, un
encargado de relaciones públicas y un trío de guardaespaldas para que lo protejan de la prensa londinense”.

A lo cual Groucho respondía en estilo telegráfico y confianzudamente llamando “Tom” a Eliot: “Trío de guardaespaldas en buen uso; encargado de relaciones públicas imposible llevar a Londres: demandado por mí, pues hízome tan célebre que por poco encarcélanme; secretaria demandóme por faltas a la moral, a su juicio practicadas en su persona física (más estimable que su persona moral); en cuanto a mi persona física, esposa arruinómela al enterarse de la personalidad, ¡ejem!, de la secretaria. Consecuencia: Situación deplorable impídeme viaje”.

Poeta y cómico intercambiaban noticias sobre sus males físicos. Groucho presumía: “Mi enfermedad, que mis tres médicos declaraban enteramente trivial, se mantiene estupendamente en cartelera en mi organismo. No puedo por ahora ir a Londres, pero, de cualquier manera, hacia mayo espero hallarme lo suficientemente bien para devorar esa cena gratis prometida desde hace dos años. Espero que no sea una clásica cena de poeta, porque yo no vivo de comer aire”.

Y Eliot: “Yo tenía la mejor voluntad de ofrecerle un banquete que no fuese únicamente inglés pues ya sabe usted que, aparte de dos o tres platos, nuestra cocina es mediocre, mera prosa de sabores, pero la cena prometida no será gratis por disposición de la excelente mujer que resulta ser mi esposa, quien amenaza: dice la excelente mujer que deberá usted pagar la cena haciendo otra película como Sopa de ganso”. Por no dejar en el poeta la carga de las invitaciones, Grouchy a su vez hacía las que irían por su cuenta: “Es hora de que vuelva usted por su tierra natal (ya ve que me enteré de que no es usted un inglés de cepa y que adolece de la misma debilidad nacional de este quien le escribe). Estados Unidos es un gran país que ofrece oportunidades a todos, y permítame asestarle un ejemplo derivado de mi tormentosa y atormentada aunque felizmente irresponsable experiencia. Antes de venir aquí era yo un pobre miserable que no tenía un centavo. Ahora he logrado ser un no tan pobre miserable. Ahora tengo un centavo. Y si viene usted por aquí, se lo mostraré en propia mano, aunque con todas las precauciones necesarias para no perderlo en un bolsillo
de usted”.

A su hermano Gummo le escribía el comediante, y sirvan estas líneas para cerrar este artículo sobre dos genios diversos aunque, quién lo diría, fraternales: “He notado que Eliot y yo tenemos tres cosas en común, aparte de infinidad de diferencias que adornan nuestras ricas aunque complejas personalidades y del sex appeal que, al parecer, no han advertido los buscadores de talentos meramente físicos: 1, nos gustan los buenos puros; 2, nos gustan los gatos, y 3, nos gusta hacer calambures, debilidad de la que no he logrado curarme desde hace años. T. S. E. [Eliot], por su parte, calamburea sin límite y sin sonrojo, y hasta se jacta de ello. A propósito de Gus, Gato de Teatro, dice Tom que su verdadero nombre era Asparragus [Espárrago]”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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