Noposí, mi cronistacho —dice el neotaxista filósofo mientras se esfuerza en salir con el maltrecho auto de un habitual taponamiento de la circulación—, a mí me gusta averiguar de qué van las palabras de uso cotidiano, porque por ahí sucede que a uno le dicen tal palabrita que dizque significa tal o cual cosa o tal o cual idea, y se va uno con la finta creyendo entender, y luego resulta que pues no le dijeron eso con tal o cual significado, sino algo muy distinto, y a veces hasta todo lo contrario, lo cual se presta de mil maneras y distintos modos a que lo hagan a uno guaje, por no decir güey, excusando la expresión, ¿no? Me refiero, mi buen, a que, en lo respective a las discotecas (que, se diga lo que se diga, yo creo que son más bien como cabaretes y trampas del vicio para la incauta chaviza), nomás oigo y veoro y leo que en los periódicos y en la radio y en la tele les dicen antros. Órale, ¿y por qué antros? ¿Será porque, según indica el prestigiado librote tumbaburros que tiene un servidor en la casa de usted ( y al cual mi hijazo culto llama algo así como “Laruse ilustré”), antro significa “local frecuentado por personas de mala reputación”, índole que no creo que tengan los chavos y los no chavos que mi hijazo frecuenta, o será que también significa “vivienda sucia”, cosa que tampoco es, por dar otro ejemplo, la vivienda de este su chofer favorito, que también es la de usted. En fin, quien sabe, pero yo me pregunto y le pregunto a usted qué cosa significa antro. Porque, además, ya en la apoteosis desmadrada de la confusión, he oído decir a algún sabio que en el Himno Nacional, allí donde cantamos “y retiemble en sus centros la Tierra” no debe decirse centros, pues la Tierra sólo tiene un centro, y tampoco antros, como los de ahora, pues en esos tiempos en que hicieron el himno no había esa clase de cabaretes para la chaviza. Y yo nomás digo que más bien ha de ser adentros, ¿no? Y entonces como que... pero ¿voy bien, o me regreso, mi buen?
