Política

Los reyes no visitan a don Hernán

  • Carta de Esmógico City
  • Los reyes no visitan a don Hernán
  • José de la Colina

En la noche del 30 de junio de 1520 en que, según la Historia, que a veces se engalana de leyenda mientras aspira a ser un día lujosa telenovela histórica superproducida con los recursos casi hollywoodenses de Televisa, con multitud de figurantes o extras y dos actorazos ad hoc en los papeles estelares de Cortés y de Cuitláhuac, ocurrió que el aventurero, el conquistador, el terrible capitán de capitanes, el españolazo barbado, don Hernán Cortés, después de recibir de parte de los guerreros mexicas una famosa paliza militar, y hallándose en retirada vergonzosa (aunque es de sospechar que él luego la llamaría “estratégica”), se apoyó en un ahuehuete que hasta entonces había sido anónimo como cualquier otro vegetal pero que no tardaría en gozar de la gloria y el honor de ser llamado, así, con mayúsculas, el Árbol de la Noche Triste, y allí el “llanto militar creció en diluvio”, como habría dicho el poeta y espadachín don Francisco de Quevedo y Villegas refiriéndose no solo al jefe vencido sino además a los dolidos soldados.

Al cronista, a quien le resultan antipáticos los guerreros y conquistadores (quienes a veces lo emocionan, aunque no mucho, cuando son de folletín o de película), confiesa cierta tristeza en el hecho de que a nadie, en México y en España, parezca interesarle el lugar y el destino de los huesos históricos de don Hernán Cortés, que después de todo, y se quiera o no, fue un personajazo de la Historia, sea la de España o sea la de la Nueva España o la del republicano México. La prueba de ese quizá inexplicable olvido es que los reyes españoles, cuando vienen a este país, como es el caso con los de ahora, nunca solicitan ser llevados al lugar, la no lejana iglesia del Hospital de Jesús, donde parece comprobado que se halla la osamenta histórica del capitán de capitanes, así como tampoco quieren ir a echar siquiera un vistazo al Árbol de la Noche Triste bajo cuyo ramaje, acaso solo legendario, se soltó chillando don Hernán. Y lo triste aunque no tanto como llorable del asunto es que así les pasa a los gloriosos personajazos históricos, y no se diría que les va mejor a los bonitos personajazos legendarios. (Sic Transit Gloria Mundi, susurra el cronista como un fan de la Historia, de la leyenda y del latinajo.)

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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