Tan celebratorio como siempre le gustaría estar (pero hay veces en que no se siente así, pues, sobre todo en los últimos tiempos, suele atravesársele la problemática realidad cotidiana), el cronista asistió al segundo desfile de Día de Muertos, en el que se admiró y encantó una vez más ante el folclor, el ingenio y la (¿paradójica?) alegría con que el genterío mexicano festeja a los fallecidos en general y tal vez a algunos en modo particular, pues la muy canija aunque muy generosa Doña Muerte es democrática, y no establece prioridades entre lo de todos (la masa humana, pues) y lo de personas particulares, cada una con nombre y apellidos. Pero un amigo muy cinéfilo, como suelen ser los amigos del cronista, casi causó que el gozo se fuese al pozo, diciéndole a quemarropa (y esto es cierto dos veces, porque le sorprendió y a la vez le puso una quemadura en el chaleco con una chispa emitida por su cigarrillo) que le extrañaba que el cronista hubiese ido a una "marcha" tan pinche, pues el tal desfile de calacas y muñecos fúnebres era de una falsedad total, un asunto sin ninguna tradición nacional o siquiera regional, puesto que había sido, como tal luctuoso-caricaturesco desfile, inventado el año pasado para una película de James Bond.
Y el cronista, pasado el desconcierto y el desencanto, le dijo al amigo que era un tonto inculto, que no comprendía que las tradiciones, sean las de Ciudad de México o San Juan Chalchicomula, o del barrio de Tepito o de la colonia San Ángel, no son costumbres existentes desde el minuto cero de los tiempos, sino festividades que se van fundando de año en año, de siglo en siglo, y que lo mismo da si ocurrió anteayer o ayer o uno de los ayeres del debut de la humanidad, y que quizá ahorita, en este mero latido de la realidad cronológica, se esté inaugurando algún rito o alguna festividad que, pasado menos de un año y hasta de un mes, ya quede "tradicionalizada" en toda forma y toda regla... si en este caso puede haber reglas.
Y el amigo vanamente replicó desde su filmográfica erudición... ¿o erup-dicción?