Política

De cubetas e impermeabilizantes

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Moisés Butze
Moisés Butze

¿Se puede tener la razón y al mismo tiempo estar equivocado? Difícilmente estar en desacuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando afirma que la verdadera solución a un problema reside en atender las causas de fondo y no solo los síntomas. Una premisa que se cumple a cabalidad con la pandemia que azota a Estados Unidos por el consumo de drogas; mientras exista la multimillonaria demanda del producto por las necesidades de consumidores y adictos, seguirán fluyendo las substancias ilegales. Si el fentanilo clandestino llega a suprimirse, de inmediato lo compensaría otro químico o alguna nueva pastilla.

El problema es que las distorsiones políticas, particularmente en tiempos electorales, provocan que las autoridades encuentren más “rentable” abordar las molestias de la población y encontrar culpables a mano, que emprender la engorrosa tarea de resolver problemas estructurales de largo plazo. Resulta mucho más fácil desatar pasiones, miedos y reacciones que confrontar a la propia comunidad con los esfuerzos o sacrificios que supondría resolver las causas.

Como el dueño de casa que asume que su problema de goteras habrá de resolverse comprando el suficiente número de cubetas, sin enfrentar jamás el gasto que supone impermeabilizar el techo. Culpar a México por el abuso que los estadunidenses hacen de las drogas, no anda muy lejos del absurdo de creer que las alfombras mojadas y los cuartos inundados son responsabilidad de la señora que no previó las cubetas necesarias.

Encender el resentimiento en contra de México por los ilegales que cruzan la frontera o por los norteamericanos adictos a las drogas, se ha convertido en la vía más rápida para conseguir popularidad política. Republicanos conservadores, particularmente en los estados sureños, gobernadores, senadores y representantes, están haciendo carrera a partir de la denuncia de “nuestra” irresponsabilidad.

Ahora bien, que la solución sea impermeabilizar el techo no significa que en plena lluvia sea prudente ponernos a pontificar sobre el mejor método para enchapopotar la azotea. Habrá que arrimar la cubeta y recolectar goteras todo el tiempo que sea necesario, si no queremos una alberca en la sala. Y por desgracia, nos encontramos en pleno período de lluvias. Es decir, la disputa por la Casa Blanca convertirá a México en la piñata favorita de los candidatos en campaña. Y no solo de los conservadores republicanos; las posiciones de los demócratas se han venido endureciendo para no ceder terreno frente a sus rivales de cara a la opinión pública. Y es que, por desgracia, culpar a otros de nuestras fallas es una práctica sumamente exitosa a la hora de rehuir las propias responsabilidades, trátese de individuos o de una comunidad. ¿Qué político se atreve a decir a los votantes que la adicción masiva a las drogas está asociada a las raíces más profundas de su vanagloriado american way of life?

México está obligado a bregar con las dos dimensiones del problema, nos guste o no. Las cubetas y el impermeabilizante. Si no hacemos lo primero, seremos acusados de negligencia e irresponsabilidad y podría conducir a la adopción de medidas drásticas en materia de represalias, comerciales mayormente. O, peor aún, acciones directas como pudieran ser intervenciones disfrazadas o abiertas. Por ejemplo, la clasificación de los cárteles como organizaciones terroristas, lo cual autorizaría sanciones unilaterales contra personas o empresas bajo sospecha de haber realizado cualquier transacción con delincuentes, lo supieran o no.

Por injustas y parciales que pudieran ser las acusaciones en contra de México de parte de los políticos estadunidenses estamos obligados a operar con la realidad. Nos beneficiamos de muchas ventajas que supone vivir al lado del mercado más importante del mundo o de disfrutar la histórica oportunidad que representa el llamado nearshoring; pero tales ventajas entrañan sus contrapartes. Vivir al lado de un vecino tan poderoso obliga a desarrollar estrategias para no ser afectados por sus fracturas y contradicciones. No se trata de adoptar actitudes sumisas, ni nada que se le parezca. Pero sí de responder con inteligencia al tono histérico propio de las campañas electorales.

Hasta ahora el presidente López Obrador había conseguido salir razonablemente bien librado de estas presiones, por lo menos en lo que respecta al tema de las drogas y los cárteles. Pero ya no bastará lo que venía haciendo. Los crímenes en la frontera y, sobre todo, el botín político electoral que representa una cuota anual de cien mil estadunidenses víctimas del consumo, hará de este tema una papa caliente en los próximos meses. El riesgo menor, aunque existe, es que el gobierno de Biden se sienta obligado a endurecer posiciones contra México, para contrarrestar las críticas de los republicanos. El mayor riesgo es que los candidatos en campaña compitan entre sí para hacer promesas de intervenciones y represalias que ganen popularidad entre el electorado y, en su momento, exigencias para que tales amenazas se cumplan.

La posición inicial de AMLO sobre el fentanilo consistió en la negación de toda responsabilidad por parte de México. Pero en los últimos días ha asumido una actitud mucho más realista. Enviar una sobre representación a Washington para discutir temas de inseguridad y de tráfico de drogas fue leído por algunos como un acto humillante. Cuatro secretarios de Estado recibidos por funcionarios menores encabezados por la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Pero son el tipo de actos simbólicos que ayudan a debilitar la tesis de la derecha que sostiene que México no está interesado en hacer algo al respecto.

Lo dicho, será necesaria una cuidadosa estrategia para mantener el equilibrio que exige la dignidad y la soberanía, por un lado, con los gestos encaminados a desarmar las acusaciones directas, sean injustas o no, por el otro. Si en este momento tales gestos obligan a una cruzada contra el fentanilo y la entrada de precursores al país y su exportación a Estados Unidos, nos estamos tardando para emplearnos a fondo. Tendríamos que estarlo anunciando con bombo y platillo. Sabemos que el fentanilo no es el origen del problema, pero también sabemos que la inacción puede ser el pretexto para actitudes potencialmente desastrosas para nuestro país.


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Jorge Zepeda Patterson
  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Notivox Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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