César Cavazos terminaba su gestión con más estrellitas que taches. Un hecho le pone las orejas de burro y lo manda a la esquina.
Los efectos del incendio lo tiznan de pies a cabeza. La voz de los vecinos afectados habla de denuncias previas que nadie atendió, incluido el alcalde.
Las llamas llegaron, políticamente hablando, a su propia oficina al no prever las consecuencias de la clandestinidad de la bodega.
César Cavazos suena para dirigir el PRI estatal. Le ven tamaños para robustecer a su partido venido a menos en las últimas elecciones.
El desencanto popular de mandatos mal aplicados y deficientes resultados obliga a replantear el priismo.
La historia cambió con la quemazón. No suena recomendable, comentan priistas inmersos en esta búsqueda, llevar a quien tenga aroma de humo y alguna lumbre en los aparejos.
Su suerte depende de remediar los daños a los afectados, actuar con mano dura contra los dueños de la bodega y las otras del lugar. Esto en el mes que le queda.
Y si no quiere o no puede, pues que lo herede a Clara Luz y se olvide del PRI.