La diferencia entre vivir con los ojos abiertos a las posibilidades que ofrece el mundo y hacerlo hundido en un letargo es, en muchas ocasiones, la lectura. En los libros se encuentran las mejores ideas de las inteligencias más luminosas, ordenadas en la forma más clara; pero, además, el conocimiento del entorno cotidiano requiere que nuestros ojos pasen sobre las letras que trazan, día a día, aquellos que observan de cerca los hechos cotidianos.
Siendo gobernador de Jalisco, Agustín Yáñez señaló en varios discursos que una persona que se acerca a las letras y a las artes vive mejor que quien no lo hace. Las palabras del escritor de “Al filo del agua” siguen siendo la síntesis más clara y condensada de lo que es una verdadera política cultural.
En esa dirección corre un programa —colosal, diría yo— que la Universidad de Guadalajara ha desarrollado desde 2010 para estimular la cercanía de los jóvenes y los niños hacia la lectura. Un programa que intenta revertir las inercias y la apatía, para diseminar semillas en el campo fértil del corazón juvenil, en espera de que maduren, crezcan y, algún día, den sus frutos: más comprensión entre los ciudadanos, mayor entendimiento de nuestra presencia en el mundo, y nuevas formas —de seguro más dignas— de experimentar la realidad, la vida.
Los datos que el día de ayer dio a conocer la directora del programa, la doctora Patricia Rosas Chávez, son impresionantes. En presencia del rector Tonatiuh Bravo Padilla, dijo, por ejemplo, que se editaron quince nuevos títulos de las colecciones de poesía “Hugo Gutiérrez Vega”, de narrativa “Fernando del Paso” y de ensayo “Fernando Carlos Vevia”, en tirajes de diez mil ejemplares; una cifra fuera de los parámetros que acostumbramos en nuestra ciudad. Y todos ellos, para distribuirse sin costo entre los jóvenes preparatorianos.
Más aún, 13 mil 381 niños y tres mil 746 jóvenes recibieron visitas en sus planteles, colonias y hospitales de 154 promotores de lectura alistados en el programa (lo que constituye un verdadero regimiento) y participaron en talleres y lecturas y presentaciones de cuentacuentos, en una experiencia que para muchos fue la primera de acercamiento real a la palabra escrita. En muchos de ellos, estoy cierto, ha comenzado a crecer la llama del interés por esos nuevos mundos revelados.
No sé hasta donde vaya a repercutir este trabajo de siembra ni cuánto tiempo vaya a llevar. Lo que me queda claro es que muchos de estos pequeños jaliscienses tal vez nunca hubieran participado en esta clase de actividades de no ser por que este programa, sin duda, es el más importante en su género en Jalisco.
Un punto más: en ese mismo marco, apareció ayer un pequeño periódico de ocho páginas, con contenidos destinados a los niños, denominado “a Gacetita”. Cada mes se publicará y se hará llegar a miles de menores que estudian en las escuelas participantes. Así, “Letras para volar” es un paso sobre la tierra firme, para levantar el vuelo.