Cultura

Nos alcanzó el eco de don Luis

  • La Feria
  • Nos alcanzó el eco de don Luis
  • Jorge Souza Jauffred

Un sabor de ceniza se nos ha adherido tercamente al paladar. Veníamos caminando por estos rumbos; contemplábamos cómo la tierra quedó desnuda otra vez y cómo se entristece el horizonte en el gris apagado de la soledad.

Con estas palabras, tan suyas, tan de su lenguaje, Luis Sandoval Godoy dio principio a la que sería (no lo sabía entonces) su postrera antología personal, Nos alcanzó el eco de lejanas voces, presentada hace apenas un año, es testimonio de su vida y presentimiento de su partida. Hoy nuestro querido Luis pertenece a la historia de las letras de Jalisco. Deja a su paso una huella profunda en los ámbitos que cultivó, siempre con sobriedad, siempre con paciencia, siempre con el cariño acucioso de un jardinero que hace crecer plantas y flores en las páginas blancas de la vida.

Escribió, para nosotros, más de setenta libros, que requieren aún ser escudriñados para extraer de ellos ese líquido azul que bebe el alma. Para nuestra fortuna, Álvaro López Tostado ha subido a la red una gran parte de la obra del maestro. Narrador, periodista destacado, autor de numerosos artículos y columnas, Sandoval Godoy ha sido el más fiel recopilador del habla campesina del siglo XX de Jalisco, y de los imaginarios que en ella se sustentan. Se trata de un legado que estaría perdido de no ser por el maestro, como bien lo señaló el padre Tomás de Híjar, al oficiar la Misa de despedida, ayer en La Santa Cruz.

Don Luis nació en el pueblo mágico de El Teúl, Zacatecas, en 1927; escribió más de 70 libros, vivió de acuerdo con sus creencias, siempre cerca de su religión, y se fue discretamente y en plena lucidez. ¿Cómo olvidar sus columnas en El Informador, periódico al que dedicó la mitad de su vida? ¿Cómo, sus trabajos narrativos y sus artículos sobre los cristeros, en donde refleja los conflictos y horizontes de una época? ¿Cómo no recordar que perteneció a una generación de escritores estupenda, al lado de Ernesto Flores, José Luis Meza Inda, Guillermo García Oropeza y Víctor Hugo Lomelí, entre otros?

¿Cómo no sonreír al recordar que tuvo roces con Ernesto Flores a consecuencia de sus posiciones encontradas en torno a la vida del poeta y sacerdote Alfredo R. Placencia? ¿Y cómo no hacerlo de nuevo al recordar que, antes de que muriera Ernesto, Luis fue a su casa a reconciliar sus posiciones?

Sandoval Godoy nos deja como herencia el delicioso estilo pueblerino que colorea muchas de sus obras y artículos. Un estilo que, por momentos, se desliza entre los vericuetos (diría él) del habla rural, y por momentos entre los de la poesía. Su estilo avanza con la tranquilidad de quien sabe recorrer los caminos, saborear los terruños y conducirnos al destino presentido: aquellos viejos horizontes, aquellos mundos recuperados, en donde cada rasgo, cada detalle, constituye un elemento irremplazable en la escenografía de la memoria y el sentimiento. Su obra nos reintegra a la armonía con la tierra, con nuestro pasado, con nuestras raíces y, por momentos, nos conduce a los ámbitos de imaginarios transparentes, donde es posible conmover el alma.

Su palabra, en fin, constituye un valioso testamento literario; testimonio magnífico de una trayectoria de vida; compendio de trazos en los que hallamos el amor acendrado a la región, a sus campos, a sus habitantes; en ella está presente el poder de la evocación de su palabra y la fuerza de una narrativa pareja, sólida, disfrutable. Descanse en paz el querido maestro y que nuestra memoria lo preserve en la tradición de las letras de Jalisco.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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