En Alaska, uno de los deportes más tradicionales es la tala de árboles. Un joven quería convertirse en un gran leñador. Desde pequeño oyó hablar del mejor talador de la zona, quien se convirtió en su ídolo.
Un día, en un bosque, tuvo la oportunidad de conocerlo. Acercándose y con indisimulada admiración, el joven le dijo: “Siempre quise aprender a cortar árboles como lo hace usted. ¿Puedo ser su alumno?” El leñador aceptó y durante algún tiempo le enseñó pacientemente.
A los pocos meses el joven creyó que ya había aprendido todo e, incluso, que había superado a su maestro. Al ser muchos años menor, se sentía vital, con más fuerza y más agilidad, por lo que dejó de estar a la par del leñador.
Al llegar el invierno, el joven se inscribió en el certamen de leñadores. Y para su sorpresa, el único rival iba a ser su maestro. Ambos aceptaron el desafío. Sería una competencia de varias horas para saber cuál cortaría la mayor cantidad de árboles.
El joven comenzó a cortar con sumo vigor y veía a lo lejos a su maestro que permanecía sentado gran parte del tiempo, lo que le daba la seguridad de vencerlo.
Al finalizar el día, el juez hizo el recuento de árboles y, para sorpresa del aprendiz, el maestro había cortado mayor cantidad.
“No puede ser. Siempre que lo miré estaba descansando”, dijo el joven sin ocultar su furia. “Te equivocas, hijo”, dijo el maestro; “no estaba descansando, sino afilando mi hacha. Esa es la razón por la que has perdido”. Autor anónimo.
Amigo lector: la verdad está más allá de los maestros y los libro; asumirla exige escalar peldaño tras peldaño y acumular, en cada paso, el inapreciable tesoro que el transcurrir de la vida nos otorga: La experiencia.
Aprendamos a ser humildes y a reconocer que más nos enseña un error y/o un fracaso, que un cúmulo de éxitos.
Entendamos que la experiencia no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede; que para ascender alto y llegar lejos debemos aprovechar lo que la vida nos ofrece; que nadie ha alcanzado su meta en un solo intento, ni nadie consigue su ideal sin haber soñado que persigue un imposible.
Si usted realmente se lo propone y se impone... ¡Llegará! ¿Qué opina?. _
