1. No se sienta ofendido: La conducta de los demás no es razón para que se quede inmovilizado. Lo que lo ofende lo debilita y si busca ocasiones para sentirse ofendido las encontrará a cada momento. Asienta que sentirse ofendido crea la misma energía nociva que lo ofendió y sólo lo conducirá al desencuentro.
2. Libérese de la necesidad de ganar: Al ego le gusta distinguir entre ganadores y perdedores. Acepte que es imposible ganar todo el tiempo, que siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y con más suerte que usted.
Reconozca que lo opuesto de ganar no es perder. Viva en paz, observe y disfrute todo sin necesitar ganar un trofeo, y aunque apenas lo note, en su vida surgirán más victorias a medida que deje de ir tras ellas.
3. Libérese de la necesidad de tener siempre la razón: Entienda que mientras el ego es fuente de tensiones, problemas y conflictos, el espíritu creativo está libre de ira, amargura y resentimiento.
4. Libérese de la necesidad de ser superior: La verdadera nobleza nada tiene que ver con ser mejor que los demás. Céntrese en su crecimiento cierto que en este planeta no hay nadie mejor que nadie. Que todos tenemos la misión de cumplir, la esencia para la que estamos destinados y tenemos cuanto necesitamos para cumplir ese destino.
5. Libérese de la necesidad de tener más: El mantra del ego es MÁS. Por mucho que logre o adquiera, su ego insistirá en que no es suficiente.
Usted que decide cómo vivir cada momento presente de su vida, observe cómo irónicamente cuando deja de necesitar más, parece como si le llegara más de lo que desea.
6. Libérese de la necesidad de identificarse con sus logros: Entienda que usted y sus logros no son lo mismo, que cuanto menos necesite atribuirse el mérito, más libre será de conseguir grandes cosas y con más frecuencia.
7. Libérese de su fama: Su fama no se localiza en usted, sino en la mente de los demás, por lo que usted no ejerce ningún control sobre ella.
Deslíguese de sus resultados y acepte la responsabilidad de su carácter. Deje que otros discutan sobre su fama, que lo que piensan de usted, no es asunto suyo. Wayne Dyer.
Amigo lector, usted ¿qué opina?