Un sabio muy conocido vivía en una montaña del Himalaya. Cansado de convivir con los hombres, optó por una vida sencilla y pasaba la mayor parte de su tiempo meditando.
Como era muy compasivo, nunca dejó de dar consejos. Cierta ocasión, una multitud se agolpó a su puerta diciendo que el periódico local publicó que él sabía cómo superar las dificultades de la vida.
Cuando llegaron todos, les dijo: “Voy a dar la respuesta que queréis. Pero debéis prometerme que, a medida que sus problemas se solucionen, les dirán a los nuevos peregrinos que me fui de aquí, de manera que pueda continuar viviendo en la soledad que tanto anhelo. Contadme sus problemas”.
Alguien comenzó a hablar, pero de inmediato fue interrumpido, ya que sabían que esa era la última audiencia que el hombre santo daría. El sabio finalmente gritó: “¡Silencio! Escribid vuestros problemas y dejad los papeles frente a mí”.
Cuando terminaron, el sabio mezcló todos los papeles en una cesta, pidiéndoles: “Id pasando esta cesta de mano en mano y que cada uno saque un papel y lo lea. Entonces podréis cambiar vuestro problema por el que os ha tocado”. Todos fueron tomando una de las hojas de papel, la leyeron y quedaron horrorizados.
Concluyeron que lo que habían escrito, por muy malo que fuese, no era tan serio como el de sus vecinos. Después intercambiaron los papeles y cada uno volvió a meter en su bolsillo su problema personal, aliviado al saber que su aflicción no era tan dura como se imaginaban.
Agradecieron la lección y bajaron la montaña con la seguridad de que eran más felices que los demás. Y cumplieron el juramento, nunca más dejaron que nadie perturbara la paz del hombre santo. Paulo Coelho.
Amigo lector: generalmente lo que viene en beneficio de uno, va en perjuicio de otro. Los problemas son parte de la vida; véalos no como un mal, sino como una oportunidad para superarse.
Pensar que su problema no tiene solución lo limita e impide saber lo que realmente es capaz de hacer. No hay excusas para dejar de luchar. Cuando sienta que todo está perdido, no deje de creer en sí mismo, cierto que la tormenta pasará y, como el árbol que cada otoño pierde su follaje, al tiempo reverdece. ¿Qué opina? _
