Había dos tribus guerreras en los Andes, una que vivía en el valle y la otra en lo más alto de las montañas. Un día la tribu de las montañas invadió las tierras del valle y, como parte del saqueo raptaron a un bebé de una de las familias del valle.
Los habitantes del valle no sabían cómo subir a la cima de la montaña. No conocían los senderos que utilizan los habitantes de ese lugar ni sabían dónde encontrarlos o como perseguirlos en el escarpado terreno.
Aun así enviaron a sus mejores guerreros a escalar la montaña y traer al bebé de regreso. Los hombres ensayaron un método de escalar y luego otro. Probaron una trocha y luego otra. Sin embargo, después de varios días de esfuerzos solo habían conseguido avanzar muy pocos metros.
Desesperanzados e impotentes, los hombres del valle decidieron que su causa estaba perdida y se prepararon para regresar a su aldea. Mientras empacaban sus equipos para descender, vieron a la madre del bebé que bajaba de la montaña y llevaba a su bebé a la espalda. ¿Cómo era posible?
Uno de los hombres la saludo y le dijo: ¿Cómo pudiste escalar esta montaña si nosotros, los hombres más fuertes y capaces de la aldea no lo conseguimos? Se encogió de hombros y respondió: Es que el bebé no era el suyo. Jim Stovall.
Amigo lector, su vida no comienza en la cúspide, son sus aciertos y sus errores los que lo conducen hacia ella. Como hasta ahora, su vida le presentará cordilleras colmadas de “montañas” que obstruirán su avance y lo pondrán a prueba.
No desespere, cambie lo que pueda cambiar, acepte lo que no pueda cambiar y aléjese de lo inaceptable. Viva a plenitud, crea en sí y aprenda a mover montañas, seguro que para alcanzar sus sueños, tan necesaria es la entrega, como aceptar que sin fe es imposible alcanzar sus metas.
Y cierto que no hay éxitos sin sacrificios ni victorias sin dolor... insista, emprenda haciendo énfasis en sus posibilidades. Libérese de sus temores, de sus vergüenzas y cuando todo parezca perdido, luche por vencer sus obstáculos.
Acepte que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Para la fe no hay fronteras... salvo las que usted mismo se imponga. Usted ¿qué opina? _