En la casa más elevada del pueblo vivía Kalil, un anciano de cuyas palabras brotaba un manantial de sabiduría. Un día, se presentó ante él un joven que dijo: “amigo sabio, me llamo Maguín y soy artista. Mi trabajo es sincero y pleno de sentimiento, pero tengo un gran problema: Me atormentan las críticas que se hacen de mí. Vivo obsesionado por las descalificaciones de los críticos, y por más que trato de que no me afecten, me acaban esclavizando. Desesperado acudo a ti, a fin de conseguir la paz que tanto necesito”.
Kalil, miró al joven y le dijo: “si realmente quieres curarte, ve al cementerio y procede a injuriar, insultar y calumniar a los muertos allí enterrados. Luego vuelve y relátame lo que te sucedió”. Maguín se sintió tan esperanzado como desconcertado por no entender el porqué de tal remedio.
Al día siguiente, fue ante Kalil. “¿Y qué te contestaron los muertos?” Decepcionado, respondió: “no me contestaron nada, estuve tres horas profiriéndoles toda clase de críticas e insultos y ni se inmutaron”.
Kalil le respondió: “regresarás al cementerio, pero ahora te dirigirás a los muertos profiriéndoles todos los elogios, adulaciones y halagos que seas capaz de sentir e imaginar”. La firmeza de Kalil eliminó las dudas del joven, quien se retiró de inmediato.
Al día siguiente Maguín regresó a la casa de Kalil: “¿Y bien?” “Nada, abatido”, contestó Maguín. Durante tres horas ininterrumpidas articulé los elogios y elegías más hermosas acerca de sus vidas, y destaqué cualidades que difícilmente pudieron oír en sus días sobre la tierra, y ¿qué pasó?, nada. No se inmutaron, ni respondieron. Todo continuó igual.
“Así que... ¿eso es todo?”, preguntó Maguín con cierto escepticismo.
“Sí”, contestó Kalil. “Eso es todo”. “Así debes ser tú: INDIFERENTE COMO UN MUERTO A LOS INSULTOS y A LOS HALAGOS DEL MUNDO, porque quien hoy te halaga mañana te puede insultar, y quien hoy te insulta mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos... Permanece fiel a ti mismo, más allá de los claros y los oscuros del mundo”. Cuento árabe.
Amigo lector, convénzase: su verdadera fuerza radica en ser quien y cómo es. Honre su esencia. _