Un turista al llegar al Reino Unido compró la guía de los castillos: “La visita de tu vida”. Motivado por el título, llamó y pactó su horario de visita.
Llegó al castillo, el hombre que lo esperaba le brindó la bienvenida, le explicó la historia del castillo y le dio algunos tips a atender.
Dicho esto, le entregó una cuchara y le dijo: “Cada visitante lleva una cuchara como ésta, a la que caben 100 gramos de arena. Después de la visita pesamos la arena de la cuchara y le cobramos una libra por cada gramo que haya perdido”.
Confiando en su pulso, entre divertido y sorprendido, subió las escaleras muy despacio y con la vista fija en la cuchara. Declinó entrar a los lugares donde pudiera tirar arena, mismos que sólo divisó a lo lejos.
Concluido el recorrido, fue hacia el hombre que lo esperaba con una báscula. Vació su cuchara y esperó el dictamen. Asombroso, no perdió ni medio gramo. “Lo felicito, su visita le salió gratis. ¿La disfrutó?” “No mucho, estaba tan ocupado cuidando la arena, que no tuve oportunidad de mirar el castillo”.
“¡Qué barbaridad! Llenaré otra vez su cuchara, pero olvídese de cuánto tira. Faltan 12 minutos para que llegue el próximo visitante. Aproveche ese tiempo.
Corrió hacia el altillo, vio rápido las salas que no había visto, y al inclinarse para tomar un atajo, se le cayó la cuchara. Fue a la entrada y entregó la cuchara vacía.
“No se preocupe. ¿Disfrutó la visita?” “No, estuve tan presionado por llegar antes que el otro, que perdí toda la arena y no disfruté nada”.
El hombre le dijo: “Hay quienes recorren el castillo de su vida tratando que nada les cueste, y no lo disfrutan. Hay otros tan apresurados en llegar pronto que lo pierden todo sin disfrutarlo. Muy pocos aprenden esta lección y se toman su tiempo para cada recorrido.
“Descubren y disfrutan cada rincón, cada paso. Saben que no será gratuito, pero entienden que los costos de vivir valen la pena.
“Estamos acostumbrados a pasar por alto los pequeños detalles y los goces cotidianos que nos cuesta apreciar la vida en su plenitud. Pero todos podemos recuperar esa pasión: Sólo hay que aprender a mirar de otra manera”. Autor anónimo.
Amigo lector, aprendamos a mirar. ¿Qué opina?