La inseguridad es el principal problema que existe en Tamaulipas, según la percepción ciudadana que ha captado el Inegi a través de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2016.
Ahí está, en cifras, las que tanto sostienen los gobiernos y que a veces ellos mismos contradicen al asegurar que todo está bien.
Aunque la inseguridad ha sido el pan de cada día casi desde el inicio de los tiempos en Tamaulipas y gran parte del país, a este problema se le agregan otros que los tamaulipecos consideran como sus principales dolores de cabeza.
Estos son el desempleo, el aumento de precios, pobreza, salud, corrupción, educación, narcotráfico, falta de castigo a delincuentes y escasez de agua. Así en ese orden.
Y es que no hay nada que dé más temor que transitar por la calle y un canijo llegue con un arma y se lleve lo poco que con esfuerzo se ha conseguido trabajando honradamente, eso es lo que da coraje, por eso el hartazgo y la justicia por propia mano.
Luego uno se queda sin empleo y tardan meses en encontrar otro, hay que andar de obra en obra tocando puertas para tener chance de ganar unos cuantos pesos, aunque sea por una o dos semanas, como lo han hecho albañiles y soldadores, mano de obra preparada que no alcanza un lugar porque son pocas obras las que se desarrollan actualmente en el sur de Tamaulipas.
El desempleo acarrea pobreza y en consecuencia males de salud, todo por un puñado de corruptos que no generan empleos.
Es la desconfianza del ciudadano, quienes según la encuesta del Inegi en seguridad, la mayoría cree más en la labor que hace la Marina, luego el Ejército, seguido de la Policía Federal.
En cuarto sitio están los jueces, la PGR, los ministerios públicos y procuradurías estatales, la policía estatal, los ministeriales o judiciales, la policía municipal (que no existe) y al final los agentes de Tránsito.
No hay policías, y tampoco confianza, como lo argumentó el dueño de un negocio de Ciudad Madero que sufrió el robo de 20 mil pesos. Los ladrones tuvieron el tiempo para romper una pared gruesa, hacer todo el ruido necesario y llevarse el botín.
El afectado lo dijo tajante: “no voy a denunciar porque es una pérdida de tiempo”.
Tienen mucha chamba las autoridades para revertir estos pensamientos.
