Me encuentro escribiendo estas líneas esperando que la reflexión me ayude a encontrar una postura. Honestamente no la tengo. Es un tema debatible y en el que no busco caer en la práctica de la discriminación.
El pasado 17 de marzo, la estadunidense de 22 años, Lia Thomas, se convirtió en la primera atleta transgénero en ganar el campeonato de natación de la División I de la NCAA. Su primer lugar en las 500 yardas libres llegó más de segundo y medio antes que el segundo lugar, con lo cual queda claro que su nivel está muy por encima de sus colegas, donde incluso récords universitarios de figuras como Missy Franklin y Katie Ledecky han sido superados.
Lia había competido como Will Thomas hasta mayo de 2019, cuando comenzó su tratamiento para cambio de sexo. Las universidades solicitan un año de inhibición de la hormona testosterona para competir. Ya en febrero, 16 integrantes de la selección femenina de la Universidad de Pensilvania pidieron por escrito que Thomas fuera excluida de las competiciones de la Ivy League, por considerar que tiene ventajas biológicas a pesar de aclarar que respetaban su cambio de género. En EU cada vez son más los estados que están limitando la participación de esta comunidad en deportes y los políticos no se han quedado fuera aprobando y bloqueando leyes al respecto.
Por si meses de protestas no hubieran sido suficientes de tolerar para los distintos atletas en competición, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, proclamó al segundo lugar, la local Emma Weyant, medallista en Tokio 2020, como la vencedora legítima de la NCAA. Mientras que Sebastian Coe, presidente de World Athletics, ha declarado que el futuro del deporte femenil es frágil debido al tema.
Si bien USA Swimming recientemente reguló el límite de testosterona a un máximo de 5 nanomoles por litro de sangre, en la Federación Internacional de Atletismo es lo mismo, pero deben demostrar ese nivel continuamente por al menos 12 meses y a lo largo de su vida si desean mantenerse como candidatas a competencia.
El COI en cambio permite que sea por debajo de los 10 nanomoles por litro para las mujeres trans. A mi parecer, es mucha información, muchos parámetros y terminología médica para poder emitir una opinión objetiva.
En 2017, un estudio de Sports Medicine encontró que no había “investigación consistente o no directa” que comprobara que los trans (hombre o mujer) tuvieran una ventaja atlética sobre las personas cisgénero.
Por un lado, estoy convencida que el deporte femenil tiene muchos más enemigos que combatir antes que las atletas transgénero, pero también creo que es válido que cualquiera se haga las preguntas: ¿Es justa la competencia? ¿Qué requerimientos físicos necesitan estas atletas para ser contadas como mujeres?
Y si nos vamos más lejos: ¿Qué pasa con los atletas no binarios?
El tema por supuesto supera al deporte. Es uno del cual la gran mayoría de la sociedad aún necesita educarse al respecto, justamente para no caer en la transfobia y el marginamiento hacia una comunidad que ya ha sufrido en todos los aspectos.
Lia Thomas asegura que trata de alejarse de los comentarios, pero de mantener su rendimiento no hay duda que representará a EU en París 2024 cumpliendo las normas.
Jimena Rodríguez
Twitter: @jiimejime