El pasado martes, el Dr. Carlos Urzúa renunció a la Secretaría de Hacienda del gobierno federal. En una carta dirigida al Presidente López Obrador, Urzúa señaló las razones que lo obligaron a tomar esa decisión.
El exsecretario señala que uno de los motivos que lo obligaron a dejar su puesto, fueron las discrepancias en materia económica. En su carta, Urzúa textualmente dice lo siguiente: “se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea de derecha o izquierda”.
El día que Urzúa presentó su renuncia, el Presidente nombró a Arturo Herrera como el nuevo Secretario de Hacienda. En su mensaje, López Obrador presentó a Herrera como el titular de la Secretaría y a la vez el Presidente reiteró que su estrategia de austeridad es el mecanismo idóneo para sacar adelante al país. Además, agregó que se tienen “buenas cuentas” como el poseer un superávit fiscal.
Se cambió de jugador pero no de estrategia. La renuncia del Dr. Urzúa y su remplazo por Arturo Herrera aparentemente no provocó un golpe de timón en la jugada del gobierno federal. Es decir y tal como lo expresó el Presidente el martes, el sector público seguirá impulsando su estrategia de austeridad y ahorro económico.
La economía continúa con la misma inercia experimentada en las pasadas administraciones. En los primeros cinco meses del presente año, el crecimiento ha sido del 0.4%. Este porcentaje está muy por debajo de lo que se consideró en los Criterios Generales de Política Económica. Existen diversos factores que explican lo anterior. Por ejemplo, de enero a mayo el gasto neto pagado disminuyó 5.1% en términos reales y la inversión física se redujo 16%. Por otra parte, la caída de la actividad industrial en los últimos seis meses fue de -1.8%.
Existe un antídoto que pone fin a esta inercia. Lo que se necesita es repensar el enfoque económico del país. Como dice Urzúa, se requiere una política económica basada en la evidencia. En otras palabras, una estrategia que demuestre ser efectiva para resolver los problemas nacionales. Fortalecer la soberanía monetaria mediante una política industrial es la mejor opción.
La evidencia demuestra que un gobierno como el de México debe gastar y no ahorrar o ser austero. Lo que se requiere es transformar el sector público en un Estado Emprendedor. Un sector público innovador que tenga una participación estratégica, dinámica y directa en la economía, con estrecha colaboración entre el sector privado y social. Pero para ello, se necesita que el gobierno gaste o invierta lo suficiente y no que se apriete el cinturón con superávits fiscales.
El antídoto debe incluir un enfoque fiscal más ambicioso. La evidencia señala que una política fiscal que beneficia el equilibrio económico por arriba del equilibrio presupuestal, genera un mayor bienestar para toda la sociedad.