¿Qué fuerza -si no es la pobreza y la violencia- a familias enteras a dejar la tierra que les vio nacer? Hombres, mujeres de todas las edades; centroamericanos en marabunta arriesgan su vida intempestivamente al cruzar la frontera sur en busca de fortuna; pero, ¿tantos niños solos? ¿Nos suena esto conocido?
Temo decirlo: la migración no es un asunto de actualidad propiamente dicha, su presencia se remonta a lo largo de todo la historia mundial; pero la crisis de la política internacional propagada por el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, se ha disparado, bajo el doble rostro que representa su política internacional xenofóbica y de seguridad nacional, para su país. Baraja, nos guste o no, que tiene sentido, con el asalto e ingreso de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos a México.
La pequeña Nueva Orleáns, la catedral de la Huasteca, el puerto de Tampico base del Sólido Sur -en nuestro septentrional Tamaulipas- colindante con el norte veracruzano y occidente potosino, guarda las historias más fascinantes de la llegada de migrantes y el éxodo de emigrados; la fuerza de la comarca en sus mejores momentos correspondía al movimiento y gravitación de familias por la zona, era época de bonanza; pero pareciera eso quedó en el pasado.
Desde los tiempos en que se asentaba la civilización Huasteca (Tének), la zona formó parte de grandes masas de nativos recorriendo o navegando sus ríos; con la llegada de los españoles, nada fue diferente; exploradores, a la postre conquistaron y aportaron a lo que ahora es México; forman parte de nuestra historia. Los propios Estados Unidos supieron en aquella primera fase de su constitución como país aprovechar la migración.
Hoy bajo la lupa -como si no hubiera pasado nunca- se calcula el ingreso por la fuerza de 6 mil extranjeros en la frontera sur, tan solo el pasado 22 de octubre; se entienden las 100 mil personas detenidas intentando cruzar a los Estados Unidos este 2018.
Se estima, por la entidad han pasado 7 mil menores en busca de trabajo, de estos solo 4 mil 900 niños migrantes pudieron ser localizados y repatriados en los dos últimos años; ¿y qué con los 2 mil 100 restantes? Datos preocupantes y conmovedores. Tan preocupantes como el destino de los cientos de niños indígenas vistos haciendo malabares en los cruceros, bajo el control de grupos de la delincuencia organizada en diferentes puntos de los estados.
Sin duda es necesario al menos de un control migratorio, no solo para poder identificar a estos niños y repatriarlos seguros hasta sus hogares, si carecemos de una policía federal investigadora eficiente, ocupada tan solo de retener el flujo de migrantes a nuestro país.
Tanto niño solo por las calles, ¿nos suena esto conocido?
- Desde la raíz
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Jesús Guerrero Valdez
Tampico /