El pasado martes en medio de tumultos que siguen abarrotando nuestra ciudad, se celebró el Día Internacional del Libro -dentro de los grupos culturales y como se pudo- esta conmemoración es a escala mundial y en busca de fomentar la lectura; apoyar la industria editorial y dar protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor.
Me tocó humildemente participar en una cápsula sobre el día del libro, por parte de un entusiasta de la difusión cultural Edgar de la Cruz, con su espacio por Internet, “Un taza de café con Edgar de la Cruz”, alternando con Brianda Sáenz. Que sea dicho de paso, fue quien tuvo a bien en incluirme en esta emisión.
Pero, ¿qué es el libro sino una colección o conjunto de textos llenos de información que facilitan el entendimiento de un tema? Quizá veamos una nueva etapa de “libros” que bien puede ser traducidos en imágenes, por así decirlo.
En un principio pensé en hablar y dar datos sobre libros que me pasaban por mi cabeza; pero fue Brianda puntual en el tema: habló de lo esencial de la invención a casi 500 años de la imprenta de Johannes Gutenberg allá por el año de 1440; todo tras una difícil controversia de época y disputa entre alemanes, italianos, franceses y holandeses por adjudicarse el descubrimiento.
La llamada Biblia de 42 líneas, edición de la Vulgata, fue impresa por Gutenberg en Maguncia, Alemania, en el siglo XV y, fue un documento esencial para todo mortal y, no solo para unos cuantos. Reflexionar sobre ello nos hace entender -y dentro de la charla me percaté- de lo que representó y representa para el mundo antiguo y para el actual, la imprenta; tuvo y tiene un impacto democratizador inusitado hasta nuestros días; misma acción que sigue extendiéndose en los medios electrónicos.
En estos momentos en que los medios de comunicación nos jactamos de la apertura y la exposición de la “verdad”, toca un gran reto ante la fuerte ola que nos llega por detrás y nos rebasa, una ola que para mí guarda sus orígenes en aquella imprenta, que continúa retándonos, como lo hizo ante la religión y el estado, a prepararnos y tener un compromiso con los posibles lectores, en el manejo de la información en impresos o ahora en productos
digitales.
Hoy por hoy, el “libro” -impreso o digital- en cualquiera de sus formas vaya, no habrá de pasar de moda o desaparecer; mucho menos para los románticos como yo. _