Con el paso del tiempo, la película se ha gastado: una y otra vez se repite ese mismo celuloide (ese plástico más antiguo, como aquel fabricado industrialmente desde 1869 altamente flamable) que ha terminado por agotarse, y los resultados han sido devastadores: lo dicen las muestras que avalan la fuerte contaminación de los cuerpos de agua en el sur del estado.
Hace dos años (1 de octubre de 2016) fue enviado al gobernador un documento avisando sobre la amenaza a la salud pública, la incidencia de enfermedades de origen hídrico, lo que requería una respuesta rápida según establecía Ciudadanos Conscientes en Acción por México AC.
La respuesta del gobierno en su momento no se dejó esperar, y una vez más en aquel tiempo, se explicó cómo fue que se empezaron a verter aguas negras urbanas a las lagunas aledañas y la del Chairel; algunas vestiduras desgarradas, algunas dependencias como la de la Secretaría de Salud, que decía que aunque les correspondía: “No me han informado nada”, seguían en espera.
Las ciudades tamaulipecas han sufrido ante la indiferencia de los gobiernos en turno y en materia de la creación de un certero plan de desarrollo, uno que ponga las reglas y termine al fin con la falta de atención del organismo encargado de operar las aguas residuales. Uno, donde los sistemas de alcantarillado y drenes pluviales no caben, siendo fuente de contaminación para colonias de todo tipo; de ricos o de pobres.
Fue hace unos días ya muy noche, cuando me tocó cruzar el pleno centro de la ciudad de Tampico; ser testigo cuando un trabajador de esos negocios de alimentos fritos establecidos, al abrigo de la noche, vertía aceite a la alcantarilla más cercana del arroyo vehicular.
Apenas el miércoles, el presidente de la Asociación de Restauranteros en Nuevo Laredo encabezó una junta. Dijo: “Los restauranteros, somos negocios establecidos que pagamos impuestos, cumplimos con las leyes de los tres niveles de gobierno, y vemos la disposición que tienen las autoridades municipales de trabajar en armonía, para evitar sanciones que desconocemos de la Ley de Aguas del Estado”; mencionó que los restauranteros son en su mayoría respetuosos con la colocación de trampas de grasa, ya que en el año se han sancionado solo cuatro negocios. Ojalá sea el caso de todos los negocios de alimentos en nuestro estado.
De respetar con responsabilidad y honestidad ese plan, depende un desarrollo sustentable, con un correcto manejo de desechos como es el caso de los aceites, o aguas negras, no solo en el sur de la entidad, sino en todo el estado; si queremos dejar un real patrimonio a las generaciones venideras.
Cambiar la película por honestidad en el manejo de lagunas y mantos acuíferos
- Desde la raíz
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Jesús Guerrero Valdez
Tampico /