Cultura

Un Robín Hood verdadero

  • Cortando rábanos
  • Un Robín Hood verdadero
  • Jesús Antonio "Frino" Rodríguez Aguirre

La semana pasada rodó por los medios la noticia de “El Justiciero de la Marquesa”, un pasajero que hizo frente y mató a cuatro asaltantes en un autobús del Estado de México, y que desde hace una semana es buscado por las autoridades.

Confío en la incapacidad del Estado para encontrar a 43 estudiantes desde hace 25 meses: mientras digan que lo están buscando, el justiciero no tiene nada que temer.

Imagine un autobús

que rueda en la madrugada:

gente de pie, otra sentada,

bostezando a media luz.

En el espejo, una cruz

baila sujeta a un rosario,

un camino solitario

que el chofer conoce bien

y el arrullo del vaivén:

es la misma historia a diario.

Muchos duermen mientras viajan

en su trayecto a la escuela:

es gente que se desvela

porque estudian o trabajan

lejos, pero no se rajan,

por eso va decidida

a perseguir la comida

siete días a la semana;

es la lucha cotidiana

de la gente por la vida.

Se suben cuatro sujetos,

traen pistolas y cuchillos:

toman relojes y anillos

carteras, bolsos completos.

Los pasajeros, muy quietos,

entregan sus pertenencias,

nadie opone resistencia

son momentos inquietantes

donde actúan los asaltantes

con exceso de violencia.

En los asientos de atrás

un hombre observa la escena

sus pensamientos ordena

y en un instante, quizás

cinco segundos -no más-

decide que ya es bastante

dando un paso hacia adelante

extrae de entre sus ropas

un arma y a quemarropa

dispara a los asaltantes.

Ellos bajan del camión

heridos y atolondrados

dos de ellos siguen armados

es grave la situación.

En su desesperación

disparan tiros al viento

pero el hombre, en un momento,

aniquila a los bandidos:

los cuatro quedan tendidos

muertos sobre el pavimento.

Tomando sus pertenencias

devuelve a los pasajeros

sus relojes, su dinero,

tranquila está su conciencia.

Sabe bien las consecuencias

de su acción: tiene muy claro

que no habrá juicio de amparo

que lo libre de un castigo

por eso es que a los testigos

les pide “me hacen el paro”.

Se pierde por un senda:

atrás quedaron sus frutos

hace apenas diez minutos

que ha nacido una leyenda.

Un santo al que se encomienda

desde hoy cualquier pasajero,

un Robin Hood verdadero,

si Pancho Villa regresa

escuchará en La Marquesa

la fama de “El Justiciero”.

Y al otro día la noticia

pinta de rojo a la prensa:

“Se busca”, “Habrá recompensa”.

“Prófugo de la milicia”.

¿Dónde empieza la justicia?

¿Quién define al criminal?

¿Defenderse es ilegal?

¿Cuántos justicieros faltan

que hagan frente a quien asalta

la riqueza nacional?



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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