El sábado pasado, agentes de la Policía Estatal Preventiva atacaron a la comunidad triqui de la colonia Nueva San Juan Copala, en el Valle de San Quintín, Baja California, bajo el supuesto de que algunos jornaleros dedicados a la pizca del tomate querían ingresar a un rancho para incendiarlo.
Un día antes, Luis Miranda Nava, subsecretario de Gobernación, había incumplido con asistir a una mesa para dialogar mejores condiciones de trabajo.
De acuerdo con Justino Herrera, líder de la comunidad triqui en la región, el saldo del ataque fue de setenta heridos, siete de ellos de gravedad, y cinco detenidos por diversos delitos.
La tierra es vida, es matriz,
es herencia y es destino
vereda o ancho camino,
nopal, mata de maíz.
El surco es la cicatriz
de donde brota la vida
bendito es aquel que cuida
las manos del jornalero,
ese incansable partero
que alumbra nuestra comida.
Por buscar mejor salario,
se aliaron los campesinos
convocando a los vecinos
a un encuentro solidario.
Les respondió un funcionario
con su argumento de balas
y otra vez, como en Iguala
de entrada preguntaría
¿a qué entró la policía
en Nuevo San Juan Copala?
A setenta jornaleros
pizcadores del tomate
en un desigual combate
hirieron los granaderos.
Rancho Seco, en tus senderos
la violencia no se acaba,
la llama ya estaba brava
y fue atizar el fogón
ordenar la represión
como hizo Miranda Nava
México, tu desventura
parece no tener fin,
lo ocurrido en San Quintín
fue una muestra de censura.
Síntomas de dictadura,
resabios del Porfiriato,
¿Qué dirán los candidatos,
de esta región campesina?
Seguro que es una espina
que les traspasa el zapato
Invoco en tiempo presente
al general Pancho Villa,
para que ocupe la silla
que hoy profana el presidente.
A aquel México insurgente
ejemplo de dignidad,
lo invoco, y a la verdad
del águila que en su vuelo
sembró en Zapata el anhelo
de tierra y de libertad.