Se complicó el caso de la niña Valeria Gutiérrez, violada y asesinada por un chofer de la ruta 40 en Ciudad Nezahualcóyotl. Es cierto que la acción penal no podrá ejercerse contra su agresor, Octavio Sánchez Razo, quien apareció ahorcado —fue suicidio, dicen— en su celda el pasado viernes. Pero en sentido amplio, y no es sólo retórica o demagogia, el Estado es también responsable de lo ocurrido a ambos. Seguir atribuyendo sólo a la falta de ética individual lo que es también generado por un ambiente de creciente tensión social es esconder la mano. La ola de violencia, ya no es sólo “el narco”, tiene su raíz en los altísimos niveles de pobreza y falta de oportunidades laborales que aquejan al país; garantizar el Estado de Derecho y las condiciones dignas de vida son parte de las responsabilidades de quienes administran nuestra riqueza. Para nuestra enorme pena, Ni Valeria ni su agresor fueron la excepción.
Hablar sobre esto me pesa:
parece que es cotidiano
un crimen tan inhumano
como lo ocurrido en Neza.
Provoca una gran tristeza
decepción, rabia y coraje
saber del gran porcentaje
de casos sin resolver
en los que alguna mujer
fue víctima de un ultraje.
1,153
denuncias (tan sólo este año)
hablan de un enorme daño
que acecha a nuestra niñez,
pero el sábado una juez
declaró cerrado el caso
y es un enorme fracaso
que enreda más este entuerto
saber que en su celda ha muerto
José Octavio Sánchez Razo.
Yo diría que sigue abierto
—porque es más que un expediente—
el caso en cada inocente
que es hallada en el desierto
pudriéndose a cielo abierto
sin lápida ni ataúd;
abierto en la ineptitud
de agentes y policías
que violan todos los días
al país con su actitud.
El caso no se ha cerrado
volverá a abrirse otra vez
porque a los 43
les ha fallado el Estado.
¿De verdad los han buscado
con dedicación y esmero?
¿O un gobierno traicionero
vuelve la justicia lenta
y está en la Ruta 40
subido México entero?
Por la falta de conciencia
el país se ha vuelto un zombie,
es como una enorme combi
donde impera la violencia.
Dictó la juez su sentencia
dijo “aquí el caso se acaba”
pero si en la historia excava
verá, si se fija bien,
que en esa combi también
viajan Lesvy y Miroslava.
No es alimentar histerias
ni echar nuestra fe al abismo
decir que viven lo mismo
cien millones de Valerias.
Hablar de nuestras miserias
es tan solo el primer paso,
ochenta años de retraso
con todas sus porquerías
nos gritan todos los días
que no está cerrado el caso.