Continúan las hostiles “políticas migratorias” Donald Trump hacia México, y cada vez más se plantea como una opción la posibilidad de formar nuevas alianzas con el resto de América Latina. ¿Será posible que, frente a la amenaza común, cristalicen los anhelos de Simón Bolívar y José Martí?
El mundo entero es testigo:
quien antes nos decía socio
hoy quiere hacer su negocio
tratándonos de enemigo.
Por eso en mis versos digo
que a mí no me quita el sueño
ver que un gringo frunce el ceño
porque la guerra es su plan
muy bien lo dice el refrán:
no hay enemigo pequeño.
Le gusta ser, al Tío Sam,
el bravucón de la cuadra
un bulldog que a diario ladra
por twitter y por webcam.
¿Se acordará que en Vietnam
-cuando fue a echar sus bravatas-
se le volteó el abrelatas
y aunque presumía de swing
tuvo que bajar del ring
con la cola entre las patas?
Dicen que el valiente vive
hasta que quiere el cobarde
y no quiero hacer alarde
pero encuentro, en el Caribe,
un caso que lo describe
¿recuerdan la enmienda Platt?
Pues Cuba, en su turno al bat
pegó un jonrón con la izquierda
y esa historia me recuerda
la de David y Goliat.
Si quieren mandar soldados
a profanar nuestro suelo
habrá que ver con recelo
la intención de sus tratados.
John Adams lo había planteado
“América es de su gente”
pero resulta evidente
que eso toma otro matiz
si en vez de hablar de un país
hablamos de un continente.
El pronóstico es sencillo
veo que Trump en el futuro
no podrá poner del muro
ni una piedra, ni un ladrillo.
La alarma está en amarillo
y si el gringo se descuida
vamos a ver su salida
del cargo de presidente
cuando se le ponga enfrente
latinoamérica unida.