Este lunes la noticia fue que Raúl Cervantes Andrade, actual Procurador General de la República, compró un Ferrari de 4 millones de pesos en 2012, cuando tenía apenas 13 días de haber asumido el cargo de Senador de la República por parte del PRI. El auto, para evadir los pagos de tenencia, fue registrado en un domicilio fantasma en Cuernavaca.
La noticia no pasaría de ser un caso común de evasión de impuestos y enriquecimiento inexplicable, si no fuera porque es a Cervantes Andrade a quien se intenta designar, “por pase automático”, como el próximo Fiscal Anticorrupción, designio ante el que han protestado más de 200 organizaciones sociales y ciudadanas bajo el lema #Fiscalíaquesirva. Acelero con mis rábanos:
Raúl Cervantes Andrade
seguro es también actriz
¿o será que el infeliz
pagar impuestos evade?
La razón de que me enfade
y esté cada vez más mal
es saber que un dineral
ordeñado del erario
gastó el triste funcionario
que ahora quiere ser fiscal.
Para quitarse el antojo
de ser mejor conductor
el señor procurador
se compró un Ferrari rojo.
El motivo de mi enojo
es ver que ha usado sus puestos
en negocios poco honestos
el socio del Presidente,
y hoy anda -literalmente-
montado en nuestros impuestos.
México está mal, sospecho,
empezando por la escuela
al ver que esta sanguijuela
es un “doctor en Derecho”.
Y de una vez aprovecho
que estoy haciendo esta plana
para decir que de lana
Raúl no gastó un penique
porque estudió —igual que Enrique—
en la Panamericana.
Costó el Ferrari en cuestión
cuatro millones de pesos,
si eso no es tener excesos
no sé decir cuáles son
¿Fiscal anticorrupción?
Mas bien lobo en el rebaño
Para reparar los daños
no le alcanza el purgatorio
yo lo enviaría al reclusorio
los próximos noventa años.