La deuda mundial hacia las mujeres aumenta día con día y crisis como la pandemia que atravesamos la evidencian. Los gobiernos no sólo no han podido garantizarnos la vida digna, justa y segura a la que tenemos derecho, sino que eluden sus responsabilidades al apoyarse en nuestro género para solventar sus deficiencias en materia de salud, educación y empleo, pero además con ello amplían la vulnerabilidad que ya de por sí padecemos.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) advirtió que las medidas adoptadas en todo el mundo para luchar contra el covid-19, además de interrumpir el acceso de las mujeres a los servicios de salud sexual y reproductiva, así como obstaculizar la capacidad de las autoridades para combatir la violencia de género, aumentan el riesgo de maltrato doméstico.
Según el organismo, el aislamiento agrava la situación de mujeres cuyo hogar es un lugar de miedo y abuso, ya que las medidas para evitar la propagación del virus afectan la disponibilidad de refugios y servicios de ayuda para las víctimas. Además la comunidad está menos dispuesta a apoyar y el acceso a la justicia está limitado, pues algunas dependencias gubernamentales están cerradas o trabajan con menos personal.
“Las restricciones de movimiento, las restricciones financieras y la incertidumbre generalizada envalentonan a los perpetradores y les proporcionan poder y controles adicionales", señala el artículo difundido el 27 de marzo en el portal ONU Noticias.
La alerta de la UNFPA es relevante en México porque la violencia doméstica está asociada al feminicidio y este año nuestro país arrancó con una tendencia al alza en este delito, tal como reconoció el secretario de Seguridad Alfonso Durazo. En Coahuila, por ejemplo, el fiscal Gerardo Márquez Guevara ha señalado el seguimiento a las denuncias de maltrato intrafamiliar como parte de las estrategias para combatir el asesinato de mujeres. Cabe señalar que nuestra entidad ocupa el tercer lugar nacional en cuanto a la tasa de llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia contra la mujer.
Si nuestras autoridades no habían podido revertir las cifras de violencia de género antes de la pandemia, es difícil imaginar que lo hagan con la crisis sanitaria encima. Es por ello que son vitales iniciativas como #AislamientoSinViolencia, que a través de redes sociales brindan opciones de apoyo para mujeres en riesgo. Destaco el ejemplo de la Red Nacional de Refugios, que cuenta con una línea nacional: 8008224460.
Otra deuda de las autoridades es el incremento de la carga de trabajo en el hogar que se multiplica para las mujeres, pues a las labores domésticas se suma el cuidado de los niños, con asesoría educativa incluida, así como de parientes ancianos y familiares enfermos. “Sobre todo las hijas cuidan a los padres”, dijo AMLO en un claro ejemplo del cinismo con que los gobiernos nos endilgan sus responsabilidades.
Que quede bien claro: si los gobiernos de diversos países pueden tomar medidas para aplanar la curva epidémica, como ordenar el cierre de escuelas y guarderías, así como recomendar el trabajo desde casa, es porque existen las mujeres que cuidan, que alimentan, que limpian, que enseñan, que resisten. Es decir, por una construcción del género femenino que nos define como “seres para otros” y nos constituye como cuidadoras del mundo, según explica la antropóloga feminista Marcela Lagarde, lo que facilita que todo un sistema nos trate como servidumbre y le llame amor, generosidad, instinto natural, sacrificio, entre otros eufemismos, a nuestro trabajo no remunerado, a la explotación de nuestros cuerpos.
La alerta por la contingencia sanitaria amainó la fuerza que el movimiento feminista había cobrado en los últimos meses. Hoy parece lejana la jornada del 8y9M, sin embargo, es necesario recalcar la urgencia de que se cumpla aquello por lo que las mujeres nos manifestamos y recordar que con todo y cuarentena, seguimos en pie de lucha