La pandemia por SARS-CoV-2, como oficialmente fue registrado el patógeno causante de la enfermedad de covid-19, comenzó a tomar velocidad en todo el país. Pero también en Nuevo León, donde hasta el martes creíamos ir muy bien: pocos contagios diarios, pocos muertos…
Los cálculos del epidemiólogo Hugo López Gatell, el subsecretario de Salud federal que lleva el pulso de la enfermedad desde que el primer infectado se confirmó en México, parecen ser muy certeros hasta el momento, porque seguramente contempla los contagios de hasta los más arrogantes, esos que aún se ven en la calle sin cubrebocas.
Las fechas marcadas por el médico más famoso del momento en el país han sido el termómetro para la toma de decisiones, en cuanto a distanciamiento social, suspensión de actividades no esenciales y cancelación de los cursos escolares, se cumplen de acuerdo a lo proyectado.
Pero sin duda las preguntas que asaltan cada noche al presidente Andrés Manuel López Obrador; al secretario de Salud, Jorge Alcocer; al propio López Gatell, así como al director general del IMSS, Zoé Robledo, siguen aún sin respuesta.
Tienen que ver con la capacidad del sistema de Salud y de las reconversiones hechas, a marchas forzadas, en múltiples hospitales del país para atender a los pacientes más afectados por el covid-19.
¿Serán suficientes las camas, los cuartos de terapia intensiva, los respiradores mecánicos?
Pero sobre todo, ¿resistirá el personal de Salud, médicos, enfermeras, radiólogos, neumólogos, infectólogos y demás especialistas sin infectarse, sin cansarse, sin rendirse y sobre todo sin asustarse de lo que verán?
Son las mismas preguntas que se hacen el gobernador Jaime Rodríguez y su secretario de Salud, Manuel de la O Cavazos, y todos los funcionarios que encabezan el sistema hospitalario de Nuevo León, público y privado.
Lastimosamente, si el sistema de Salud llega a colapsarse, será culpa del gobierno, pero si por fortuna se logra atender a todos los enfermos y se salva al mayor número, es porque los mexicanos somos muy fregones, por decirlo de manera elegante.
La que no se salvará es la economía, la otra pesadilla global que se escribirá en la historia de cada gobierno, cada empresa, cada familia y cada ciudadano.