Ayer, justo un día antes del inicio del año electoral, renunció un funcionario del gabinete estatal para buscar la candidatura a la alcaldía que ya ejerció: la de García.
Se trata de César Valdés, quien hasta este martes fue subsecretario en el equipo de Genaro Alanís, el titular de Desarrollo Social, para dejar en claro que no utilizará el cargo para apalancar su precampaña.
Serán muchos los tiradores por el cargo más seguro de refrendar por parte de un independiente, un municipio donde es la segunda vez que son gobierno y van por la tercera, sin contar la administración del hoy gobernador Jaime Rodríguez, de 2009 a 2012, y la de Jesús Hernández, del 2012 al 2015, ganadas todavía bajo las siglas del PRI.
Para efectos prácticos, el mandatario estatal acumula tres administraciones municipales de García colocando a gente de su entera confianza y sumando la de él, son 12 años al hilo gobernando uno de los municipios de más alto crecimiento en la última década.
Y como no hay quinto malo (no hablamos del Quinto Informe), el cargo de elección popular más ganable el año próximo para un candidato independiente es justamente García.
Pero ése es solo uno de los proyectos políticos que el gobernador de Nuevo León, ya deshojando su sexto año de gobierno, cocina en su laboratorio electoral.
En su gabinete tiene varios elementos que pueden ser buenos candidatos, como el director de Fomerrey, Eugenio Montiel, quien buscaría la alcaldía de Monterrey. Es disciplinado, sabe hacer campañas, ha hecho estructura desde su puesto actual y no le asusta el intenso trabajo de tierra.
Pero el frente que Jaime Rodríguez no quiere descuidar es el del Congreso del Estado, donde aspira a dejar sembrados cinco o seis diputados independientes que sacaría de las filas de los llamados alcaldes periféricos que les pirateó al PRI, al PAN y a Morena, de quienes la cabeza visible es el munícipe de Pesquería, el ex priista Miguel Ángel Lozano.
Con tres legisladores que lo representen cuando se haya ido, en octubre del año próximo, el primer gobernador independiente de Nuevo León se dará por bien servido porque, es inevitable: quien herede su silla, traerá la marca de un partido político.
