Luis Buñuel estrenó en 1977 Ese oscuro objeto del deseo, que sería también su última película, producción franco-española que ganó reconocimiento y fue candidata al Oscar de ese año en la categoría de mejor filme de habla no inglesa.
Es la historia de un frustrado intento de seducción basada en la novela La mujer y el pelele, del francés Pierre Louÿs.
El título de esa película se ha popularizado tanto, que muchas expresiones de carácter mercadológico la utilizan para promover desde perfumes, ropa, relojes y hasta automóviles, rebasando con ello la esfera estrictamente libidinal.
No la hemos escuchado en política, pero bien vale la pena para ejemplificar la fascinación que ejerce la marca Morena para muchos políticos en todo el país.
Para el caso de Nuevo León, curiosamente destacan dos mujeres vivamente interesadas en lograr la candidatura de ese partido a la gubernatura: Clara Luz Flores y Tatiana Clouthier.
Clara Luz estuvo dispuesta a renunciar al PRI, partido que le permitió ser diputada local y luego tres veces alcaldesa de Escobedo.
Por el lado de Tatiana, la actual diputada federal prefiere buscar la gubernatura de un estado distinto al que nació, porque aquí echó sus raíces y se siente más nuevoleonesa que sinaloense y por si fuera poco, su militancia y lealtad a Morena no están a discusión.
Pero más que la candidatura de un partido y del color de las siglas, lo que llama es la gubernatura en sí misma, y si lo dudan, pregúntenle a Jaime Rodríguez, quien tiró el fuste priista y montado a pelo ganó la carrera en 2015.
Por eso hay quienes piensan que, deslumbrada con el partido que ganó arrolladoramente en 2018, Clara Luz estaría perdiendo el bosque de Nuevo León por el árbol de Morena.
Si bien el único seguro y bien amarrado a la silla del caballo priista es Adrián de la Garza, en los otros dos partidos con posibilidades, el PAN y Movimiento Ciudadano, no están seguros de ir en alianza, porque los dos quieren poner al jinete. Antes muertos que segundos.
Pardo, moreno u oscuro, el objeto del deseo se llama gubernatura, pero con tantos desacuerdos para encontrar la fórmula ganadora en una eventual alianza, hay caballos sin jinete… y jinetes sin caballo. Quién sabe qué será peor.