Las licitaciones de radio y tv en desarrollo ponen a prueba dos temas: la autonomía del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) y, derivada de ella, la credibilidad de la reforma en la materia.
De una u otra forma el Ifetel ha presumido que se acabó la época de la discrecionalidad en el otorgamiento de concesiones y que se realizará la primera licitación de estaciones de radio en la historia de este país. Esto es una verdad a medias: en 20 años no se han otorgado frecuencias comerciales, pero sí más de 300 públicas y sociales.
Pero recordemos lo que dijo el politólogo Jesús Reyes Heroles: en política, la forma es fondo.
Así, lo que piden los radiodifusores de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión al Ifetel, no solo es cuidar las formas para abrir la competencia, sino resolver el fondo: la viabilidad y desarrollo económico de las estaciones; esto último, porque representa fuente de empleos.
El hecho coincidente entre el otorgamiento de nuevas concesiones de radio y el refrendo de más de 500 estaciones: el punto neurálgico del enfrentamiento entre la industria e Ifetel.
Por un lado, pulverizar la venta publicitaria en una plaza, al saturarla de estaciones, cuando estudios de mercado muestran decrecimiento y, por otro, exigir una elevada contraprestación en una sola exhibición por el refrendo.
El Ifetel debe asumir su papel autónomo y cumplir con la ley —no puede haber otra reforma estructural cuestionada—, lo suyo es garantizar la competencia y el desarrollo, como lo hace al consultar que no se restrinja la recepción de FM en celulares; esto es un paso al diálogo y coordinación que deben existir entre autoridades y gobernados. Por lo visto, solo bajo presión responden.
