Se cumplió el centenario de nuestra Constitución Política; sin duda, todos sus artículos tienen importancia, pero para el caso particular, la libertad de expresión es un baluarte. El artículo 6 ha sido reformado seis veces en cien años, pero siempre resguardando la libre difusión de las ideas y el pensamiento.
Existen casos, como el ocurrido en Venezuela con el inicio de la campaña #AquíNoSeHablaMaldeChávez, al que se sumó la Comisión Nacional de Telecomunicaciones. Esto provocó que varias cableras regionales de la frontera entre Colombia y Venezuela decidieran apagar el lunes pasado la señal del canal colombiano RCN durante el estreno de El Comandante, como medida de censura previa para no ser sancionados por el Estado.
La leyenda que apareció en pantalla fue: “El canal RCN quedará fuera del aire por el lapso de una hora. Pedimos disculpas por las molestias ocasionadas”.
El extremo llegó al grado de que vía Twitter el órgano regulador venezolano señaló: “Reporta #Conatel si alguna cablera insulta el legado de Hugo Chávez transmitiendo la serie El Comandante”, y lo insólito: “Identifiquen ciudad, cablera, número de canal, hora de transmisión y fotos de la pantalla”.
Esa situación llevó a la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR) a condenar la campaña de censura promovida por el gobierno de Venezuela contra la serie de televisión El Comandante, inspirada en la vida del ex presidente Hugo Chávez.
En nuestro país hemos sido afortunados de poder leer, oír y ver lo que deseamos, salvo algunos pasajes hace unas décadas, como sucedió con Rojo amanecer, pero se han podido disfrutar series como Gritos de muerte y libertad o bien documentales sobre los sexenios presidenciales.
A cien años de la promulgación de nuestra Constitución, “la libertad de expresión debe tener la protección más amplia, porque se erige en condiciones necesarias para el intercambio de ideas”, información o entretenimiento, como debe ocurrir en el ecosistema multiplataforma (televisión, radio e internet).
