Eso dice el Presidente López Obrador. Que porque no se debe votar solo para ver qué candidato, partido o alianza gana, sino que el electorado debe decidir “por un proyecto”. Sí, pero el “proyecto” por el que el pueblo va a votar, a quien le corresponde formularlo y presentarlo es al candidato(a) presidencial, no al Presidente saliente. Se trata de una elección, no de una reelección, a no ser que eso sea lo que se busque.
Ciertamente, hacerlo no es ilegal (aunque con esta experiencia debería ponerse cierta restricción en la Constitución para que no vuelva a ocurrir, por ejemplo que lo tenga a que ratificar la siguiente legislatura). Empero, es atípico o extraño. Vamos, es una descortesía política: una falta de respeto a su sucesora; una intervención en su ámbito temporal de decisión.
Tan indebido es que un candidato quiera decidir en el gobierno del Presidente en turno (lo que se dijo quiso hacer Colosio), como que este intervenga en la campaña del candidato de su partido. Desde 1917, solo López Portillo tuvo la osadía de presentar una reforma Constitucional (para expropiar los bancos), con una legislatura que ya no correspondía a su período, y publicarla antes de que terminara su mandato.
El problema es que las iniciativas son una “manzana envenenada” para la nueva Presidenta. Aunque la actual o nueva legislatura no las aprobara, estas se van a convertir en la plataforma electoral de la coalición gobernante, y los nuevos legisladores de su partido sentirán que le deben el cargo al actual Presidente, y no a su candidata presidencial. Y, si Morena y sus aliados lograran mayoría absoluta o calificada en la Cámara de Diputados, peor aún. Sería como una “camisa de fuerza” o el “freno de mano” para Claudia Sheinbaum.
Quizá la intención se refleje mejor con las propuestas de bajar al 30% el porcentaje mínimo de participación en la revocación de mandato, para que tres millones lo soliciten; 30 participen; y, 15 millones revocan un mandato otorgado por al menos 30 millones. ¡De Ripley! Igual con la de que Diputados y senadores solo se elijan por mayoría relativa: en 2021 Morena y aliados ganaron 186 de los 300 distritos (62%) y 50 de esos 64 senadores (78%).
Pobre de la nueva Presidenta, con una mayoría de legisladores de su partido que no reconocen su liderazgo y la amenaza de destituirla a la mitad de su período.