Signo inequívoco de intolerancia y degradación política, es la campaña de linchamiento emprendida contra el presidente del Partido Futuro, por haber cometido el “pecado” de firmar una coalición con Morena y sus aliados. Lo más cuestionable es que los adalides de la congruencia y ética política, son los mismos que se dicen “anti partido”; y, al mismo tiempo, a lo largo de su vida, se han servido de uno de ellos para obtener poder político, privilegios y dinero.
Qué es más cuestionable: ¿despotricar contra los partidos y utilizar uno de ellos para obtener beneficios; o, que un líder partidario decida aliarse con otros partidos? Más aún, si las coaliciones, además de electorales, pueden ser legislativas y/o gubernamentales ¿por qué también no han puesto el grito en el cielo cuando el partido del que se han servido se ha aliado con Morena para sacar reformas legales y nombramientos en el Congreso del Estado? Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
En las elecciones de diputados locales de 2021, en Jalisco, los cinco partidos coaligados (Morena, PT, PVEM, Hagamos y Futuro) obtuvieron el 35.4% de la votación y Movimiento Ciudadano 33.62% (a eso súmese entre un 5 y 10 % por el desgaste de MC como gobierno, y el crecimiento de Morena). Sus afiliados en el estado suman 133 mil 100 y 60 mil 497, respectivamente. Por eso es el enojo. Comprensible, nunca justificable.
Emprender una campaña de odio contra un adversario político, implica la transgresión a una de las obligaciones de los partidos de “abstenerse de cualquier expresión que denigre o calumnie a las personas” (Artículo 25, inciso o) de la LGPP). Además, incurren en el “delito contra la dignidad de las personas”, por provocar o incitar “a la discriminación, odio y a la violencia contra una persona o grupo de personas” (Artículo 202 Bis, Código Penal Estado de Jalisco). Lo ocurrido, ha hecho evidente que en Jalisco no existe el derecho a la oposición y al disenso.
Con mucho, la calidad de una democracia depende del trato y prerrogativas que tenga su oposición, y de la libertad de sus ciudadanos para expresar sus preferencias políticas sin sufrir represalias (Robert Dahl).
Los anatemas lanzados parecen propias del trato del régimen cubano a sus opositores, o de la época del partido hegemónico en México. ¡Qué vergüenza! Y así quieren seguir gobernando Jalisco.