En medio de la tercera ola de contagios de covid-19, es complicado pensar en la alegría en medio de un mar de tristeza, dentro de una constelación de dolor y de complicaciones sociales, económicas y psicológicas que parecen infinitas.
Cuando comenzaba a verse una luz al final el camino, en realidad, se trató de un espejismo porque la situación de contagios sigue en aumento y las pérdidas de seres queridos continúan sin dar tregua, se mantienen como una constante.
El jueves por la noche, la Secretaría de Salud (SSa) del gobierno federal informó que México alcanzó un total de 3 millones 387 mil 885 casos de covid-19 y 261 mil 496 decesos desde que comenzó la pandemia.
Los números son fríos, pero detrás de cada caso hay una historia de sufrimiento, de tristeza, de incomprensión y hasta de enojo, pero sobre todo de cariño y amor por parte de seres queridos que extrañamos porque se nos adelantaron.
Nos hacen falta cada uno de esos mexicanos que estaban dando su vida por una mejor sociedad, por un mejor mañana, por un mejor entorno, por un mejor país, por una mejor comunidad, una mejor ciudad, una mejor colonia, una mejor calle, una mejor familia.
No son estadísticas, no son datos, no son casos, son tragedias, son historias truncadas, son añoranzas, son deseos de hacer las cosas bien, son seres que amamos, que ahora extrañamos y que nos siguen haciendo falta.
No son cifras de defunciones, son seres humanos y cada uno duele. Ya nadie quiere que siga creciendo esa lista de fallecimientos y hoy se pide que ya termine la cadena de amarguras. Una sola partida más duele tanto como la primera, así como cada una de las registradas.
En cada familia, el dolor está presente, de una u otra manera, no hay nada que pueda aminorarlo, no existe ninguna receta que pueda retirarlo y solo el tiempo permitirá comprenderlo, pero no olvidarlo.
En medio del dolor, Iván Hugo López, el amigo de todos, la persona que siempre vio el lado positivo en medio de las adversidades, el ser humano que puso todo de su parte para apoyar a quien más lo necesitaba, el hombre que vio por los demás ante que por sí mismo, ya está alegrando el cielo y estará contando anécdotas y chistes al resto de los seres queridos que se nos adelantaron.
Hoy lo extrañamos, como al resto de los seres queridos que se han convertido en estrellas y nos iluminan el camino para ser mejores seres humanos en este mundo, para dejar de pensar en la acumulación de propiedades y comenzar a conservar momentos de alegría y felicidad. ¡Hasta siempre!
Jaime Zambrano