En esta serie de entregas de Moneyball en las que analizamos el impacto del Covid-19 en la industria del deporte, hoy toca el renglón de mercadotecnia, patrocinios y merchandising (licenciamiento de mercancía oficial)
Agrupados, éstos son parte de las tres principales fuentes de ingreso de un club acorde a la Liga del Dinero del Futbol, publicada cada año por Deloitte.
(Junto con los derechos audiovisuales y el match-day descrito en mi columna anterior)
En mercadotecnia, patrocinios y merchandising, los equipos se han inventado de todo.
Los patrocinadores buscan conocimiento de su empresa, accesos para sus consumidores, clientes clave y proveedores, experiencias, muestreo, etc.
El brazo de mercadotecnia puede ponerlo tan bonito como se quiera.
Pero en el fondo, el objetivo final de esta área es monetizar la pasión y afiliación de los aficionados con acciones, productos y servicios del propio club o concesionados a terceros.
El merchandising busca igualmente capitalizar la necesidad del aficionado de mostrar su afiliación a lo que su equipo representa mediante playeras, llaveros, gorras, etc.
En resumen, estos ingresos dependen en gran medida de la disposición del aficionado en consumir y no solo seguir a su equipo en la TV (nuestra próxima entrega).
La necesidad de afiliación es tribal y la industria del deporte ha sido una de las principales beneficiadas de ello. Para muestra, basta con las cantidades que desembolsan los sponsors técnicos de las indumentarias y los precios que pagan los aficionados por esos jerseys.
En el nuevo mundo que vivimos, las necesidades fisiológicas y de seguridad de la pirámide de Maslow preceden a las de afiliación.
Esas prioridades serán mucho más evidentes en este nuevo mundo y las necesidades primarias pesarán mucho más en las decisiones de compra en el futuro cercano.
Un reto mayúsculo para toda la industria del deporte, la cual tendrá que buscar nuevas fórmulas.
