El domingo vimos tres rostros del deporte mexicano.
Dos remontadas heroicas, la de Checo por la mañana y la de Pumas por la noche; junto con el contraste de la habitual debacle de Cruz Azul.
Los tres rostros dan para un análisis profundo del carácter de nuestra nación.
Yo solo puedo mencionar algunos aspectos, sin embargo, el 6 de diciembre del 2020 es una fecha para que un psicólogo deportivo y/o un sociólogo analicen a fondo cada caso.
En la mañana, Sergio Pérez se repuso de un accidente en la primera vuelta cuando peleaba por el liderato y contra todo pronóstico, llevó su auto del último sitio a ganar el Gran Premio de Sakhir.
Del otro lado del planeta en el Golfo Pérsico, quedó demostrada esa resiliencia del mexicano, que cuando cae se vuelve a levantar; tal como muestra la historia de nuestro país tras años de saqueos de gobiernos corruptos.
Mientras que el equipo que representa la máxima Casa de Estudios de México tuvo una hazaña similar por la noche.
En el futbol mundial se han visto pocas remontadas de un 4-0 en partidos de vuelta recientemente.
Recuerdo la del Barça al PSG y la del Liverpool al mismo Barcelona en Anfield.
Remontar un marcador así necesita que el rival no meta ni las manos y el Cruz Azul del domingo no buscó el solitario gol que hubiera sentenciado la eliminatoria.
La reacción de sus jugadores, tanto después del silbatazo final como en los minutos posteriores al cuarto gol felino, dejó mucho que desear.
Los números no mienten y la regla 9-9 si bien equilibró presupuestos de clubes con salarios más sostenibles a los futbolistas, también conlleva la reducción de elementos formados en Fuerzas Básicas con identidad y el amor a los colores para defender mejor el escudo.
Twitter: @jaimerascon