Cultura

Rompecabezas de la vida creativa

  • Ruta norte
  • Rompecabezas de la vida creativa
  • Jaime Muñoz Vargas

La vida literaria es un inagotable motivo literario. Tanto es así que hay obras enteras dedicadas a seguir los pasos de escritores, casi casi como si lo que hacen quienes moldean palabras fuera siempre digno de consideraciones especiales. 

En esto hay, claro, un pequeño truco: la vida de los escritores es lo que tienen más a la mano los escritores, de ahí el antojo casi inevitable de contarla. 

Un ejemplo, acaso el mejor de todos los que me vienen a la cabeza cuando pienso en una obra literaria con tema literario, es “Enoch Soames”, cuento tenido por algunos como el mejor de la historia.

Pero no sólo la ficción apela a personajes dedicados a escribir. 

Las memorias, los diarios o las autobiografías de los escritores, digo por caso, escudriñan inevitablemente, y de manera frontal, el asunto, y lo mismo hace el ensayo cuando desde el yo crítico expone las características, circunstancias, esplendores y miserias de la vida literaria. 

Un clásico de esta naturaleza puede ser Un arte espectral. Reflexiones sobre la escritura (Emecé, México, 2009, 321 pp.), de Norman Mailer. Tengo frente a mí, recién leído, una obra congénere: 

La lectura y la sospecha (Cal y arena, México, 164 pp.), de Armando González Torres (Ciudad de México, 1964), quien en este libro subtitulado Ensayos sobre creatividad y vida intelectual traza medio centenar de aproximaciones al viscoso mundillo en el que se mueven los aporreadores de teclas, aunque hay páginas que se extienden a los practicantes de otras disciplinas (en uno de los últimos textos del conjunto hace énfasis, por ejemplo, en la plástica, ámbito de la creación en el que cualquier mamarracho esotéricamente justificado con sociología o filosofía puede ser exhibido en un museo y u o ser vendido a precios irrisorios por inflados).

Las piezas que componen este libro habitan tres grandes secciones. González Torres las delimita en su presentación: “El libro comienza con algunas reflexiones, especulaciones y dramatizaciones sobre la actividad creativa, su génesis y los hábitos que la estimulan u obstaculizan. 

El segundo capítulo contiene una parodia de diversas deformaciones y anomalías del acto creativo, como la esterilidad, la elección vocacional equivocada o la propensión al robo o al plagio. 

El tercer capítulo contiene algunas reflexiones sobre el entorno de mercado y los incentivos institucionales que rodean el arte y que influyen en su creación y reflexión”.

También poeta, Armando González Torres trabaja aquí en el registro del ensayo más ensayístico, aquel que despliega sus planteos con una equilibrada mezcla de información, tono literario, templado desacuerdo, tenue humor, rechazo al dogmatismo y originalidad de enfoque, todo al modo de Montaigne, digamos. 

No sé si a esta enumeración le falte algún otro rasgo, pero con los citados creo describir bien el timbre general de las piezas, la médula y el tono que el lector encontrará en La lectura y la sospecha. 

Es, por ello, un libro al alimón inteligente y ameno, espeso de agudas observaciones sobre, ya lo insinué, el circo de muchas pistas que es la vida de cualquier creador, particularmente del que escribe.

Son muchos recovecos por los que discurre Armando González Torres en La lectura y la sospecha. 

Es, sobre todo, un libro para escritores/creadores, pero no resulta exagerado anotar que cualquier lector podrá hallar en estas páginas atinados rasgos de una fauna compleja y peculiar, contradictoria y tan sublime como —en buena parte de los casos— ridícula.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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