Hace poco tiempo en Tampico presentaron la obra musical Mentiras; con pocas posibilidades de ver teatro de calidad y entusiasmado por los comentarios positivos de dicho show, nos dimos a la tarea de llegar temprano a donde se presentaría y al estar a la espera del inicio, resulta que pasa el tiempo y no empieza la obra.
El espectáculo montado ahí estaba, la ambientación y el escenario móvil, asemejando un disco antiguo de vinil, así como el mobiliario y algo de ropa que los actores usarían, estaban listos… con excepción de la estrella principal.
Después de unos minutos de aplausos y silbidos, surgen dos de las actricesexplicando que la estrella principal Angélica Vale, de prosapia artística inmaculada, llegará tarde por cuestiones de un vuelo cancelado, que venía del extranjero, y que de la capital transbordaba un avión para llegar.
Pidieron paciencia y se disculparon por la tardanza, pero aseguraron, darían más del 100% de su actuación y que la actriz en cuestión venía caracterizándose para llegar a realizar su trabajo.
Lo mejor de todo, es que la mayoría del público ahí presente consintió la espera y agradeció la información del porqué del retraso.
Esta simple acción de informar al cliente, por más incómoda que sea la noticia, le da tranquilidad al consumidor y, aunque se pueda tachar de falta de seriedad, ayudó como espectador el ser solidario y entender que las cosas planeadas a veces tienen retrasos por cualquier causa.
Creo que fue la imagen impoluta de la Sra. Angélica Vale, la que le permitió, como estrella del espectáculo, que comenzara tarde 45 minutos.
Y el show empezó y fue maravilloso escuchar el musical, la historia y la actuación de todos estuvo sublime, por lo que la espera valió la pena.
Por tanto, la obra Mentiras vale por Vale.
