La información es y seguirá siendo uno de los elementos más importantes en la toma de decisiones de una nación, por ello los servicios de inteligencia son fundamentales para un país pero ¿qué pasa cuando estos no trabajan para quien toma las decisiones? Eso es lo que está pasando en Estados Unidos sin que haya alguien que pueda anticipar las consecuencias.
El gobierno norteamericano es complejo en su composición y funcionamiento, para nosotros los mexicanos, es complicado entenderlo, más aún porque persiste en nuestro imaginario colectivo la figura de un Presidente todopoderoso y omnipresente.
No obstante en el país vecino las cosas no funcionan así, el sistema está diseñado para prever que algo no funcione o no sea confiable y eso incluye la figura presidencial; como está ocurriendo ahora.
Sin mayor detalle de lo que se sabe, lo cierto es que los servicios de inteligencia norteamericanos no confían en el presidente, razón por la cual ha trascendido que los reportes que estos realizan no llegan a manos de Donald J. Trump para evitar que haya una posible fuga de información.
Las acusaciones respecto a la relación de los cercanos al presidente con personal de la embajada rusa y las acciones respecto al hackeo de las elecciones de 2016 por parte de ese país hacen que el propio Trump no sea digno de la confianza de los servicios que simplemente no entregan los informes correspondientes.
No hay, hasta el momento, elementos suficientes como para obligar a Trump a presentar su dimisión al cargo pero es un hecho que su margen de operación es muy reducido respecto a que tiene cada vez menos apoyo de las distintas áreas del gobierno.
En estricto sentido, la fuerza del presidente la están manteniendo solo unos cuantos empresarios que ven en sus locuaces decisiones la oportunidad de tener beneficios en negocios que estaban en riesgo como el carbón o las armas.
A pesar de ello, muchos de los que fueron aliados de Trump en las elecciones hoy se encuentran dudando de si habrá sido la mejor decisión haberlo apoyado pues están descubriendo que mucho de lo planteado por el ahora presidente no está teniendo los efectos que esperaban.
Sin la posibilidad de acceder a los informes de inteligencia, la presidencia de los Estados Unidos está limitada y toma decisiones erráticas; su incapacidad de acceder a la información debilitan al otrora hombre más poderoso del mundo y restringen su margen de acción como nunca antes; el poder sin información termina siendo una ficción.