El conflicto entre medios de comunicación y el presidente en Estados Unidos no solo es cada vez más evidente sino además, directo; sin embargo, vale la pena cuestionarnos si en el país que más ha aportado a la comunicación política no se esté tratando de una estrategia de distracción para beneficio del Presidente.
Es cada vez más evidente que la comunicación social del Presidente de los Estados Unidos (POTUS, por sus siglas en inglés) está en crisis constante desde los primeros minutos de la administración.
La tónica ha sido siempre la descalificación de los medios que son críticos con el Presidente como si con ello los medios fueran a rectificar y ayudar a esconder todo aquello que Donald Trump no quisiera que se volviera del dominio público.
Al conflicto creado con la prensa se suma el enojo de las áreas de inteligencia del país que no confían en el hombre que está al frente de las decisiones de gobierno, al grado que no le permiten ver ningún informe de inteligencia desde que tomó posesión de su mandato.
Los medios norteamericanos, tradicionalmente dóciles y colaborativos con sus presidentes, hoy se han plagado de información en contra del hombre que lleva las riendas del país pero siempre cuidadosos de no dañar a la institución presidencial sino, más bien, informando en el sentido de protegerla, precisamente de ese individuo.
La nueva relación entre medios y Presidente en Estados Unidos está generando una forma de periodismo que hace mucho no se veía y en su primer escándalo presidencial se ha llegado a rememorar los años de Richard Nixon y el caso Watergate.
En el entendido de que, tradicionalmente hablando, el gobierno norteamericano siempre ha tenido equipos de comunicación que se colocan a la vanguardia de las estrategias en este rubro, vale la pena cuestionar si todo este ajetreo mediático no formará parte de un mecanismo de distracción de los temas sustanciales.
La discusión sobre las medidas antiinmigrantes con un obvio toque racista, las derrotas en tribunales respecto a los amparos contra las órdenes ejecutivas firmadas en los primeros días así como el hackeo/intervención de Rusia en la pasada elección son temas que desaparecieron de la discusión pública ante la vorágine de escándalos.
La avalancha de filtraciones convertidas en nota de primera plana está haciendo a un lado la discusión profunda sobre temas de gran relevancia social y todo pinta a ser la estrategia: distraer para actuar impunemente es un mecanismo en el que los medios podrían estar siendo usados por Trump para que parezca que todos saben pero nadie sepa.