La riqueza cultural posiciona a México como el segundo país en el mundo con mayor diversidad cultural, siendo esto un tesoro invaluable que ha perdurado a lo largo de los años, reflejando la diversidad y la historia de nuestro país. Tan es así que la Unesco ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad a las pirámides de Teotihuacán, a la ciudad de Guanajuato, entre otros lugares, por su historia.
Sin embargo, ese reconocimiento está estrechamente ligado a la correcta gobernanza de los activos culturales y las organizaciones responsables de su preservación. La Unesco, a través de su programa de Patrimonio de la Humanidad, evalúa y valora activos culturales con base en su autenticidad, integridad y valor universal excepcional. Estos criterios no solo sirven como estándares internacionales, sino que también actúan como un incentivo para que los países, en este caso México, fortalezcan sus políticas y prácticas de gestión
En este sentido, la correcta gobernanza de los activos culturales considera la implementación de políticas, estrategias y prácticas que aseguren su conservación a largo plazo. Esto va más allá de la simple custodia física; implica una gestión integral que considera aspectos como la sostenibilidad, la participación comunitaria y la transmisión intergeneracional del conocimiento.
México, a pesar de tener un gran acervo cultural, tiene una considerable área de oportunidad en la gobernanza de sus activos, desde la gestión de riesgos, como la seguridad, el cambio climático y la urbanización, hasta la formación y preparación de los profesionales que tienen tan importante comisión. Tan es así que en nuestro país no existe un programa académico especializado en la correcta gestión o mejores prácticas internacionales.
Por ejemplo, países como el Reino Unido son una referencia a nivel global, ya que las industrias creativas y culturales son vitales para su economía: emplean a más del 3% de su población y crecen más rápido que otras industrias. Según estadísticas recientes del Departamento de Digital, Cultura, Medios de Comunicación y Deporte (DCMS), en 2021 aportaron $137 mil millones de USD a la economía. El crecimiento en los últimos años se ha visto impulsado por el auge de la digitalización, resaltando la importancia de las industrias creativas digitales o videojuegos.
Y en nuestro país, por ejemplo, la cifra solo alcanzó 2.9% del PIB en 2020, aproximadamente 3 mil millones de dólares, empleando a 1.6% de la población.
Estos desafíos también representan oportunidades, como la Inclusión Comunitaria, el Desarrollo Sostenible y la Educación. Programas como el Creative Leadership Programme financian e impulsan el desarrollo de la economía creativa y cultural a través de formación especializada. La convocatoria del programa se realiza anualmente, y en la quinta edición tiene como aliado a la Fundación Coppel en México.
Un nuevo estudio realizado por Tom Fleming Creative Consultancy (TFCC) examina las economías creativas y culturales de varios países emergentes y el apoyo que les presta el Reino Unido como facilitador. En el estudio se analiza detalladamente la forma en que se entiende, posiciona y apoya el sector creativo en cada país, desarrollando al talento local y, en última instancia, contribuyendo a posibilitar un crecimiento sostenible e integrador.
La “economía creativa y cultural" es uno de los éxitos económicos mundiales de los últimos 20 años, genera 2 mil 250 millones de dólares anuales y crea unos 30 millones de puestos de trabajo. La correcta gobernanza de los activos culturales en México es un requisito fundamental para impulsar su desarrollo. Además, al abordar los desafíos y adoptar mejores prácticas internacionales, nuestro país puede, no sólo preservar su rica herencia cultural, sino también incrementar y fortalecer su posición en la comunidad internacional como custodio responsable de un patrimonio invaluable.