Cultura

Ajolotario sobre una chinampa

Navegamos por canales de Xochimilco, acompañados de Jade, que conduce su canoa hacia una chinampa de la bisabuela Rosa Romero Cerón, de 88 años, quien hizo posible su sueño: la construcción de un ajolotario para preservar la especie endémica que hace tiempodesapareció de estas aguas.

Jade Amacalli Orta Ruiz, de 14 años, empuja el bote con una vara que hunde en aguas de este lago, rumbo a la chinampa que está en barrio de La Asunción, donde Romero Cerón propuso la construcción de una cabaña con acuario en el que sobresale la presencia del ajolote.

Hace 80 años, cuando doña Rosa tenía 6, había muchos ajolotes y peces rojos; muchos peces de ese color, repite, que eran atrapados con solo meter al agua sus canastos. Es lo que recuerda esta mujer. Luego, añade, los echaban a una cubeta, que después vaciaban para cocinarlos.

—También había ranas.

—Sí, muchas ranas, de esas ranas grandototas, y muchas truchas— rememora Romero Cerón, mientras es asistida por uno de sus nietos, Moisés Orta, quien se tatuó en el brazo derecho un ajolote y un letrero: “Los abuelos que crían a sus nietos dejan huellas en sus almas”.

Tres huellas de pies que suben.

—Era usted una niña— se le pregunta a la abuela de Moisés.

—Sí, señor— responde la mujer.

En aquellos tiempos el agua era clara. Y era normal ver ajolotes. Los niños de aquellos tiempos se bañaban en el canal.

—Qué más había.

—Muchas ranas.

Pero el ajolote se fue exterminando poco a poco, y también las ranas y los peces rojos, y el agua se volvió sucia.

“Había muchos ajolotes”, rememora.

—Y usted cómo los veía.

—El ajolote era muy bonito y la mojarra grandotota. Tiraba uno su canasta y salía llena de pescados y de ajolotes y de ranas; de todo caiba en la canasta— dice Rosa Romero Cerón.

—¿Y también se comían las ranas.

—Las hacíamos doradas o en tamal, con tomate, cebolla y chile; las envolvíamos con hojas de maíz y las poníamos a cocer. Y ya cociditos, como también los pescados, nos las comíamos.

El lago ya no es igual; ahora, añade la anciana, usan máquinas para quitar el lirio que no deja de invadir las aguas.


***

Después de tomar un atajo por Cuemanco, para no cruzar por el Centro de Xochimilco, llegamos al embarcadero en el que Jade Amacalli Orta Ruiz, sobrina de Moisés, espera a Roberto Andrade y a Carlos Alvarado, realizadores de Multimedios, acompañados del reportero, para invitarlos a navegar por las aguas de Xochimilco.

“Llevamos de cuatro a cinco años que empezamos con este ajolotario para rescatar la especie del ajolote, ya que muchas personas no sabían que estaba en peligro de extinción”, dice Jade, quien la hace de guía.

El anfibio, capaz de regenerar sus extremidades amputadas, es objeto de estudio en México; y aquí, en esta chinampa, con 200 ajolotes, es una de las pocas zonas donde puede apreciarse.

“La mayoría de los ajolotes están en cautiverio; nosotros somos uno de ellos”, informa Jade, quien era una niña cuando cooperó en la construcción de esta que parece una cabaña con vitrinas de cristal.

—Y qué tipo de ajolotes tienen.

—Hay ocho especies; pero de esas solo cuatro se pueden ver aquí: la Negrita, la Albina, la Dorada y la Rayada.

Estos ajolotes dejaron de existir alrededor de los años ochenta, según cuenta Jade, a quien se le pregunta por qué desparecieron.

“Por la contaminación y además porque la mojarra tilapia fue introducida aquí y esa es la que se come el huevecillo del ajolote”, responde esta jovencita de voz enfática.

Jade forma parte de la familia que mantiene este ajolotario, creado con un permiso especial de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM, que también les proporcionó embriones y supervisa de manera periódica.

“Ahora sí que los tenemos con papeles oficiales, porque de lo contrario sería un delito”, aclara Jade. “Es un cautiverio familiar; ahora sí que empezamos poco a poco”.

—O sea, el ajolote no se vende.

—No, claro que no se vende, por lo mismo que está en peligro de extinción. Nosotros tenemos ajolotes chiquitos y grandes; los más grandes tienen de cuatro a cinco maños.

—¿Y tienen médicos?

—Ahora sí que la UAM viene a checar los animales, ya sean tortugas, ya sea ajolotes. Si se llega a enfermar uno, nos lo hacen saber.

—Y qué más sabes del ajolote.

—Ahora sí que el ajolote es un pequeño anfibio, respira por sus bronquios y sus pulmones; así que puede estar afuera o adentro del agua sin ningún problema.

—La peculiaridad del ajolote es que se regenera.

—Sí, claro; se puede llegar a regenerar desde el cerebro hasta el corazón; se tarda de tres a cinco meses en regenerarlos, ya sea su patitas, su colita, su corazón o sus branquias.

La gente desembarca frente al ajolotario para observar las especies que están en este acuario, en especial el ajolote, como lo hace una familia franco mexicana, encabezada por Jero Janin Barrio, quien trajo a sus dos hijos.

“Es una labor importante de preservación de las especies de la región, en particular el ajolote, que tiene una fama mundial por la investigación científica; la posibilidad de regeneración de células de este animalito lo ha hecho muy interesante en el mundo y además es muy simpático”, opina Jero, quien afirma que en acuarios de Europa “lo puedes comprar y llevar a tu casa”

—Pues acá es una especie en extinción.

—Parece que está en peligro, pero la gente de Xochimilco está interesada en multiplicarlo antes de introducirlo. Es lo que justamente vine a aprender en este ajolotario.


***

El esposo de Rosa Romero Cerón, Amador Altamirano Eslava, murió hace diez años; con él procreó cuatro hijos, Juana, José, Alfonso y Carlos.

Cuando se le pregunta cuántos nietos tiene, Rosa Romero sonríe y responde: “Tengo hartitos nietecitos”.

—¿Y biznietos?

—Más, y todavía los veo— ríe.

Y ahí están las fotos en las que se observa a familiares, hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos, acarrear madera y tallos de plantas acuáticas para formar techos y paredes de lo que es uno de los ajolotarios más importantes de Xochimilco.

—Y sus papás qué sembraban en aquel tiempo.

—Mi papá sembraba acelgas, rabanitos, espinaca, betabel, cilantro y perejil. Era lo que sembraba mi papá— responde doña Rosa.

La acompaña su nieto Moisés Orta Altamirano, de 36 años, quien maneja una de las trajineras heredadas por el abuelo. “Prestamos servicios turísticos aquí en Xochimilco”, explica.


Moisés ofrece paseos por los canales; y una de las paradas que hace es precisamente el ajolotario, ubicado en la chinampa familiar, donde cobran 20 pesos por persona, cantidad que sirve para el mantenimiento, además de vender recuerdos, como muñecos y mini embarcaciones.

Y aunque en este acuario también existen otras especies endémicas de la región, como la rana Moctezuma, el rey de este espacio es la criatura clasificada por el gobierno mexicano como súper dotada, con capacidades que todavía son un misterio y cuyo nombre en lengua náhuatl, axolotl, significa “monstruo de agua”.


Humberto Ríos

Google news logo
Síguenos en
Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.