La historia frecuente hoy en día en un tema laboral se compone de dos partes: el jefe que quiere compartir o imponer su estilo para realizar ciertos procesos, respaldado con la dosis de credibilidad que representa que ha logrado el éxito, y el colaborador millennial, que no es compatible con lo instruido o ya ve obsoleta esa metodología, porque algo en su insolente interior le dice que con diferente trayecto se pueden lograr mejores resultados.
Hay razón en ambos lados. En el primero, por respetar la jerarquía de la persona que está arriba en el organigrama, puesto que por algo llegó allí; lo acompaña la experiencia, mucho aprendizaje generado de cientos de errores, y sabe con fundamentos por qué dice las cosas. Del otro lado, hay que poner especial atención a ese sentimiento que genera la posible resolución de formas diversas; solo se sabe lo que está escrito, pero ¿qué pasa con lo que no lo está?
Debe haber apertura en ambos sentidos: el jefe debe escuchar y probar, dar oportunidad a las ideas frescas y no encerrarse en lo que se ha hecho siempre, y el operativo tiene primero que aprender a escuchar y hacer las cosas como siempre las han hecho, para conocer a fondo de qué se trata.
Pero si te desmotiva que no te ‘den bola’ para probar nuevas cosas o hasta te prohíban usar alternativas, no te vayas a equivocar respondiendo con mala actitud y bajando las manos. Desobedece pero hazlo al revés: si te piden 4 metas al día, haz 8; produce tanto que no tengan dónde meter las cosas, sé incómodo para los demás por hacer más, define los parámetros y rebasa los establecidos.
Seguro te vas a meter en problemas, pero nadie te va a reclamar por trabajar de más ni por hacer las cosas como las piden; eso sí: espera esas miraditas nada amigables de algunos que te rodean :D. ¡Venga, con todo! Que esto apenas comienza...
Desobedece al revés
- #adoptaunmillenial
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Humberto Gándara
Ciudad de México /