Política

Una nueva tierra

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El tablero es de piedra volcánica. 45 x 45 cm. Piezas talladas en hueso de camello. Las blancas al natural; las negras, teñidas. Las damas alcanzan los 11 centímetros de alto. El ajedrez está colocado tras una vitrina a la derecha de la tienda; las piezas dispuestas de acuerdo a la apertura de los cuatro caballos.

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Contra brutalidad opongo infancia. Combato violencia sostenida en Ciudad de México con recuerdos del niño que fui. Leer sobre cuerpos humanos disueltos en ácidos me es soportable si luego escribo, por ejemplo, sobre el día en que papá me enseñó a jugar ajedrez.

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Hasta ahora únicamente he deslizado piezas de plástico en tableros de madera. El plástico me remite, gracias a mi maestro, a la obsesión del rey y siempre iniciar la partida con el peón que tiene enfrente, y por lo tanto a plantear un juego abierto, de combinaciones dinámicas. Sobre la madera, que es neutra, que está ahí en espera ausente a recibir lo que tengas que darle, solo soy capaz de reproducir lo que he aprendido en el plástico. Cualquier otro planteamiento que no nazca del peón real me sume, a causa de mi maestro, en la culpa y el miedo.

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En mis recuerdos infantiles el ajedrez sobresale como obsesión recurrente de mi pasado que ha terminado por filtrarse en mi presente de maneras desconcertantes, como, por ejemplo, espejear las formas de este México brutal en el planteamiento de un gambito de rey y la siniestra condena de tener que jugar 1.e4-e5 2.-f4 (matar o morir) siempre.

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Y yo sueño con ensayar eficientemente panoramas desde el peón de dama, donde las perspectivas se cierran y las ideas se vuelven sobre esperar, sobre atacar desde la inmovilidad. Un ensayo cuya exigencia me plantea un cambio de paisaje. Entonces necesito dejar el plástico y la madera; conseguirme nuevos materiales. Por eso este tablero de piedra volcánica y hueso es tan importante: significa para mí haber descubierto una nueva tierra.

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Deseo ponerles un alto a las filtraciones violentas. Quiero inmovilizar el pasado, congelarlo en imágenes; en la imagen, por ejemplo, de cuando tenía ocho años y me quedé paralizado frente al escaparate de una tienda sobre Mesones que exhibía un tablero de piedra volcánica con piezas de hueso dispuestas de acuerdo a la posición de los cuatro caballos.

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Serían otros mis pensamientos si nacieran desde piedra volcánica y hueso. Desde estos materiales para mis manos inéditos, mis pensamientos accederían a formas y soluciones ajedrecísticas que hasta ahora han tenido veladas a causa de la madera y el plástico. Hueso y piedra volcánica me remiten a esquemas relacionados con misterios antiguos, derrumbe y fuego, luces distintas y nuevas estrellas.

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Era un ajedrez muy caro. Nunca pude comprarlo.

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Hugo Roca Joglar
  • Hugo Roca Joglar
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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