En mi diario sonoro, el 10 de octubre comenzó con cremallera cerrando una maleta/tintineo de las llaves de un taxi metidas en el bombín de arranque/monserga de gimiente merolica en Metro Tacuba cuyas palabras (“aceites esenciales”, “astros”, “calambres”), escuchadas desde el Munal, llegan envueltas de tensiones lejanas, inaccesibles para una realidad auditiva más inmediata de tacones que avanzan-discusión entre adultos-gorjeo de paloma apoyada en el brazo de la monumental estatua de Carlos IV sobre un caballo.
Hacia las 12, entré al museo y en el salón de recepciones se interpretaron, en el entorno del 43 Foro de Música Nueva Manuel Enríquez, nueve obras de nueve personas mexicanas vivas: Hébert Vázquez (Elegía), Federico Gonzáles (Nada oí), Diana Syrse (Ríos de evolución), Jean Angelus Pichardo (Mar de arena), Gabriela Ortiz (Río Bravo), Aurés Moussong (Fuyu), Ellery Tiburcio (El puro no), Arturo Valenzuela (Elegía del niño Guy) y Jorge Córdoba (Voy viajando). Nueve obras escritas ex profeso para ser estrenadas por Túumben Paax, sexteto vocal femenino fundado hace 15 años que ha comisionado medio centenar de partituras inéditas.
¿Antes de Túumben Paax (cuya alineación actual incluye a las cantantes Lucía Olmos, Lorena Barranco, Carmen Contreras, Itzel Servín, Julietta Beaz, Mitzy Chávez y la batuta de Rodrigo Cadet) cuántas obras para seis voces de mujeres habían sido escritas en México? Yo no he encontrado.
La historia de la música mexicana abre dos caminos para ser recorrida: el conocido y el inexplorado. Están todos esos famosos músicos muertos (hombres todos) que escribieron para dotaciones habituales (orquestas sinfónicas, de cámara, cuartetos…) obras hasta el cansancio representadas. Y están todas las personas vivas que imaginan mundos sonoros propios cuyo destino es perderse en el olvido (y si llegan a estrenarse, suele ser en espacios marginales).
En mi diario sonoro, el 10 de octubre están consignados más apuntes sobre indeterminación (Ciudad de México como inabarcable, confuso y radical mapa musical. ¿Qué fuerzas intervienen en la articulación de su sonido?, ¿quiénes deciden cómo ordenarlos, darles color y hacerlos respirar?) y también sobre esperanza:
Túumben Paax significa “música nueva” en maya y su inusual dotación (sexteto femenino) ha impuesto un camino sorpresivo, complejo y atrayente en el pensamiento de las personas compositoras. Su influjo en la música mexicana del siglo XXI es por lo tanto innovadoramente bello. ¿No es hermosa la idea de mucha gente reunida para ya no escuchar a Cháves, Revueltas o Moncayo, sino un concierto, un disco, conformado por nuevos sonidos, distintas poéticas, otras estructuras, por desafiantes sucesos con sonidos imaginados por personas vivas que exigen ampliar los horizontes musicales, romper esquemas impuestos y reeducar el oído?
Hugo Roca Joglar