Política

Miedo a los perros

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Nunca he sido de perros, me ponen alerta, así te lo digo, pero es un eufemismo para decir que me dan miedo, mucho miedo, y es un miedo que me hace sufrir, porque me digo: míralos, si son bien lindos, pero el miedo que siento es un miedo irracional, que me paraliza, y es un miedo que no entiendo, porque nunca tuve malas experiencias de niña con perros, por lo menos no que yo recuerde.

En octubre de 2018 Sandra quedó viuda a los 74 años. Su mejor amiga, Ileana, de la misma edad, también viuda, le propuso que se mudara con ella para envejecer juntas en una casa gris al oriente de Ciudad de México en cuyo jardín vivía Leta, una perra mediana amarilla que Ileana encontró amarrada en un árbol en Churubusco hace cinco años.

Le dije que no podía vivir con ella a causa de la perra, le dije que en el fondo los perros son casi bestias y en su naturaleza está la posibilidad de que quieran atacarme. Ella se burló, me dijo que nunca había imaginado que yo pudiera tener ideas tan ridículas, anticuadas y estúpidas, y yo me indigné; le dije que quién le había dado derecho a determinar cómo deben de ser mis ideas, en encajonarme y definirme como un ser rígido e inmutable de su imaginación.

Estuvieron un mes sin hablarse hasta que Ileana llamó a Sandra. Se disculpó por haberle dicho estúpida y le dijo que discutir desde conceptos absolutos era engañoso, que decir cosas como “las bestias” o “la naturaleza salvaje” no tenía ningún sentido práctico, que ellas estaban hablando concretamente de Leta, de la naturaleza de Leta, de una perrita inofensiva y adorable, y que no podía juzgarla antes de haberla individualizado.

Sus argumentos se me hicieron lógicos y accedí en conocer a la perra. Entré al jardín y no se acercó a mí, sentí que me miraba con desconfianza, que observaba mis movimientos con reserva y cautela, y supe que no iba a funcionar, porque la perra siente que yo no la quiero, que le temo, y por lo tanto ella siente lo mismo por mí: temor y antipatía, y le dije a Ile que pa’ qué buscarle, que mejor cada una viviera por su lado, e Ileana, aunque no me lo dice, está ofendida, siente que yo le exijo decidir entre su perra o yo, y eso se le hace vil y mezquino de mi parte, pero lo que ella no entiende es que mi miedo es real, es un miedo que no puedo combatir, que me aterroriza, que no puedo controlar ni combatir, y es bien triste pensar que podríamos estar juntas, acompañándonos de viejas en contra de la soledad y el aburrimiento, ayudándonos, acompañándonos, y esa ida a veces me deprime y todo por el pinche miedo a los perros.

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Hugo Roca Joglar
  • Hugo Roca Joglar
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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