Sandra y yo hemos construido una relación en contra de la exclusividad, en contra de los sacrificios, donde exista la libertad de seguir nuestros impulsos sin límites ni restricciones, y si ella o yo sentimos atracción por alguien más podemos explorar esa atracción abiertamente, sin culpa y sin miedo, porque de no hacerlo así nos llenaríamos de frustraciones y rencores y terminaríamos haciéndolo, pero a través de la mentira, como las generaciones anteriores, que si algo las distingue es su violencia y su cobardía.
Mario rechazó los esquemas que rigieron las vidas de su abuelo y de su padre. En el matrimonio y en un trabajo de oficina leyó sometimiento, rigidez e intolerancia. Se ha dedicado a buscar nuevas formas de ganar dinero y amar, búsquedas que lo han sumido en la incertidumbre.
Soy diseñador gráfico, trabajo de manera independiente para varios lugares, no tengo ingreso fijo ni aguinaldos, pero trabajo todos los días, incluso los domingos, y aún así jamás ha existido la seguridad económica para mí, y no tener certezas se ha convertido en mi día a día.
Mario está cierto de una cosa: ama a Sandra, y su amor hacia ella es algo que constantemente cuestiona y reconfigura. Le aterra la idea de amar desde la comodidad y la rutina, y también le aterra la idea de que su amor hacia Sandra adquiera actitudes posesivas que la alejen, asfixien y imiten.
Y Sandra me dice: “Me gusta tal tipo y me interesa averiguar qué hay ahí”, y yo le digo: “okey, pero no me cuentes”, y es lo mismo al revés: le he dicho a Sandra que me gusta una chava y ella está bien con eso, pero también me pide que no le cuente, y es ahí donde el asunto me malviaja, porque siento que entramos en un laberinto de contradicciones.
Sandra y Mario. Viven juntos hace tres años y medio en un departamento al lado del Metro Tacubaya. La madre de ella (viuda) esperó el anuncio de la boda durante mucho tiempo y ahora ya no espera nada. La mamá de él (divorciada) evita la convivencia, porque nunca le ha caído bien Sandra. Mario y Sandra. Comparten un hogar de 86 metros cuadrados con un solo cuarto. No tienen perros, tampoco tienen gatos.
Y la contradicción es que amo a Sandra, pero siento atracción por otra chava y salgo con esa otra chava y viajo con esa otra chava y cojo con esa otra chava, pero todo lo que siento por esa otra chava no se lo digo a Sandra, porque ella no quiere saberlo, y entonces le oculto esa parte linda de mi vida, y lo mismo con ella: a Sandra le gusta un tipo y sale con ese tipo y viaja con ese tipo y coge con ese tipo, pero yo le pido que me mantenga afuera de toda la belleza y alegría que encuentra con él, porque me darían celos y no quiero saber.
Entonces me pregunto, ¿esta es en verdad una nueva forma de amar o solo nos estamos haciendo pendejos y somos igual de cobardes y violentos que nuestros padres?