“Cuida el corazón, y la cabeza se cuidará sola”
Thomas Troward (1847–1916) fue un autor inglés cuyas obras influyeron en el Movimiento del Nuevo Pensamiento y el cristianismo místico.
En el libro “Las Conferencias de Edimburgo sobre Ciencia Mental”, se encuentra la sustancia de un curso de conferencias realizado por el escritor en Queen Street Hall, Edimburgo. Su propósito es indicar los Principios Naturales que rigen la relación entre acción Mental y Condiciones Materiales y, así, proporcionar un punto de partida claro para el estudio práctico.
No hay tal cual una guía para ser mejor persona, ni es un curso de desarrollo personal; en cierto sentido es incluso hasta complicado llegar al entendimiento de lo que Troward intenta explicar, así que a diferencia de otros trabajos me parece relevante citar algunos pensamientos de este filosofo con la intención de que intentes descubrir el tesoro a través de los párrafos.
“Por lo tanto, cualquiera que sea la naturaleza de nuestra ansiedad, debemos esforzarnos por disiparla considerando que pueden existir ya otros hechos que no conocemos y que producirán un resultado diferente del que tememos y que, en cualquier caso, hay un poder que puede producir nuevos hechos en respuesta a nuestra apelación a él”.
“Mi mente es un centro de operación Divina. La operación Divina es siempre para la expansión y expresión más completa, y esto significa la producción de algo más allá de lo que ha sucedido antes. Algo completamente nuevo, no incluido en la experiencia pasada, aunque procediendo de ella por una secuencia ordenada de crecimiento. Por lo tanto, dado que lo Divino no puede cambiar su naturaleza inherente, debe operar de la misma manera conmigo; en consecuencia, en mi propio mundo especial, del cual soy el centro, avanzará para producir nuevas condiciones, siempre por delante de cualquiera que haya existido antes”.
“Una mentira es una declaración de que algo es, que no es. Luego, como la afirmación o concepción del Espíritu de algo hace necesariamente que esa cosa exista, es lógicamente imposible que conciba una mentira. Luego el Espíritu es la Verdad. Del mismo modo la enfermedad y la muerte son lo negativo de la vida, y por tanto el Espíritu, como Principio de la vida, no puede encarnar la enfermedad o la muerte en su Autocontemplación.
Asimismo, como es libre de producir lo que quiera, el Espíritu no puede desear la presencia de formas repugnantes, por lo que una de sus Leyes inherentes debe ser la Belleza. En esta Ley arbórea de la Verdad, la Vida y la Belleza, encontramos toda la naturaleza subyacente del espíritu, y ninguna acción por parte del individuo puede estar en desacuerdo con la Unidad Originaria que no contradiga los principios fundamentales”.
Thomas Troward es el verdadero maestro de todo lo que hoy tan en boga está. El nuevo pensamiento.
¡Abrazos todos!
Hugo Mauricio García
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