Allá en mi infancia, que transcurrió plácida y calurosamente en Celaya, Guanajuato, teníamos una actividad todos los veranos, ir a pescar gusarapos, en otras latitudes conocidos como renacuajos.
Las ranas utilizaban los charcos que se formaban con las lluvias, para depositar sus huevecillos y al cabo de un tiempo, pululaban dichos especímenes, la idea era verlos crecer y transformarse poco a poco hasta convertirse en ranitas, que después devolveríamos a los campos baldíos, para asegurar nuestra próxima pesca de gusarapos la temporada siguiente.
Hace un par de semanas en una calle aledaña a la casa que habitamos, note pequeñas burbujas que salían de un charco, mi curiosidad me impulsó a acercarme y grande fue mi sorpresa al ver a decenas de gusarapos nadando en aquel lugar.
Ni tardo ni perezoso regresé a casa, para tomar cubeta y recogedor y llevarme unos cuantos, de esos animalillos, para que mi hija viera su transformación, en la charca deje decenas más.
Los días pasaron y los nuevos habitantes de la cubeta azul, engordaban sin tener un cambio ostensible, a algunos se les empezaban a ver 2 apéndices, que eventualmente serán sus patas traseras.
En esos días dejó de llover en el Valle de Toluca, ya eran 6 o 7 los días sin lluvia y la charca en donde pesque a los renacuajos, disminuyo peligrosamente, entonces para que no murieran los diminutos animales, decidí ir a rescatar a todos los que ahí sobrevivían.
Armado con una nueva cubeta y un recogedor llegue a la cita con la fauna, todos se encontraban escondidos bajo el pasto que crece en la orilla de las banquetas y que les servía de resguardo contra el sol, al empezar la faena, note que todos aquellos seres se habían transformado y ahora eran pequeñas ranas, mientras los que están en mi casa aún son gusarapos.
La naturaleza, sabia en su proceder, había acelerado la transformación de los renacuajos, para que pudieran respirar en caso de que su charca desapareciera, lo que así sucedió, en cambio aquellos que tienen asegurada sus condiciones de crecimiento aún no se convierten.
Y así es la vida, las circunstancias adversas, pueden ser un aliciente para transformarte y ser aquello que deseas en tus anhelos, pero a diferencia de mis gusarapos, eso solo sucederá si en verdad lo quieres, por que el deseo es el primer síntoma de que algo quieres cambiar en ti, sin embargo el deseo no es suficiente, mucho tendrás de recorrer para lograrlo.
Las ranitas recibieron ayuda universal, para no morir en la charca que desaparecía a pasos agigantados, nunca dudaron en si debían recibirla, tú tampoco dudes de esa ayuda, que se presenta como una intuición.
También te transformarás porque es la Ley.
¡Abrazos todos!